EL DIOS QUE YO CONOZCO

4.05. Números y símbolos de los manuscritos unciales en pergamino

Se conocen ahora más de 265 unciales en pergamino. Algunos de ellos sólo son pequeños fragmentos. Como siguen descubriéndose manuscritos bíblicos antes desconocidos, cualquier número que se dé será inexacto antes de mucho tiempo.

Durante más de un siglo los eruditos se han acostumbrado a designar los principales manuscritos unciales con las letras mayúsculas del alfabeto latino (A, B, C, etc.).

Cuando se terminaron esas letras, usaron las letras mayúsculas del alfabeto griego que tienen un trazado diferente de las letras latinas y cuando se necesitaron más símbolos se recurrió al alfabeto hebreo.

Por eso los eruditos identifican el famoso Códice Vaticano con el símbolo B, el Koridetiano con θ (zeta - theta - griega), y el Sinaítico con א (a hebrea).

Aunque estos símbolos han sido aceptados casi enteramente por los eruditos del Nuevo Testamento hasta el punto de que difícilmente puedan ser desplazados, su uso tiene desventajas pues las letras de los tres alfabetos no son suficientes para dar un símbolo a cada uncial.

Por eso Caspar René Gregory, uno de los más grandes críticos textuales, introdujo otro sistema que da a cada uncial un número precedido por O: O1, O2, O3, etc. Aunque el sistema de Gregory es el mejor que se haya propuesto hasta ahora, pocos lo han seguido. Otro notable erudito, Hermann von Soden, ha sugerido otro sistema diferente; pero por lo general los eruditos no lo han aceptado.

Sólo unos pocos manuscritos contienen todos los libros del Nuevo Testamento. De los manuscritos unciales conocidos, únicamente 4 contenían originalmente todos los libros, y sólo 46 de unos 2.750 cursivos que se conocen contienen todo el Nuevo Testamento.

Una colección completa de todos los libros del Nuevo Testamento en un solo volumen era antiguamente pesada y costosa. Por eso en la mayoría de los manuscritos sólo hay partes del Nuevo Testamento, especialmente los Evangelios, las epístolas de Pablo o las epístolas generales (también llamadas "católicas" o "universales").

Como los Evangelios y los escritos de Pablo estaban más difundidos en la iglesia primitiva que las epístolas generales, esos libros aparecen en un número mayor de manuscritos.