EL DIOS QUE YO CONOZCO

22.03. FILIPENSES - Marco histórico

La Epístola a los Filipenses fue escrita en Roma durante el primer encarcelamiento de Pablo en esa ciudad. Habían pasado más de diez años desde que Pablo predicara por primera vez el Evangelio en Filipos.

Lucas describe las circunstancias de la primera visita del apóstol a Filipos (Hechos 16):

Mientras el apóstol estaba en Troas, en la costa noroeste del Asia Menor, alrededor del año 50 d. C., recibió una visión en la que contempló a "un varón macedonio" que le suplicaba: "pasa a Macedonia, y ayúdanos" (Hechos 16: 8-9). Pablo y sus compañeros, Silas, Timoteo y Lucas, respondieron inmediatamente viajando a Filipos por la vía de Neápolis.

Filipos fue el primer lugar de Europa donde se predicó el Evangelio. Los misioneros se unieron allí con un reducido grupo de creyentes para celebrar un culto fuera de la ciudad, a la orilla de un río. Entre los presentes se destacaba la presencia de "Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira". Lidia y los suyos recibieron con alegría el mensaje del apóstol, se convirtieron y fueron bautizados.

Posteriormente, mientras Pablo y Silas se ocupaban en su obra de enseñanza, se encontraron con una muchacha esclava poseída por un espíritu de adivinación, la cual repetidas veces los anunciaba como "siervos del Dios Altísimo". Pero cuando Pablo libero a la muchacha de ese mal espíritu, los que habían sido sus amos instigaron a una turba contra los apóstoles, y Pablo y Silas fueron golpeados y encarcelados. Entonces se produjo un terremoto a la media noche, e inmediatamente el carcelero se convirtió y también su familia. En esta forma comenzó la iglesia de Filipos. Su feligresía estaba formada por Lidia, la vendedora de púrpura de Tiatira y su casa, el carcelero, que quizá era romano, y su familia, y otros.

Varios años mas tarde, cuando regresaba a Jerusalén después de terminar su tercer viaje misionero, Pablo se detuvo otra vez en Filipos. Era el tiempo de la pascua, y el apóstol la observó con los creyentes. Debe haber disfrutado de unos días de pacífica y feliz comunión que le fue concedida junto con aquellos que se encontraban entre los más amados y leales de todos sus conversos (Hechos 20: 6).

Pablo regresó a Jerusalén, y poco después fue arrestado y en carcelado en Cesarea por lo menos durante dos años (Hechos 24: 27). Entonces tuvo lugar su viaje a Roma, donde vivió "dos años enteros en una casa alquilada" (Hechos 28: 30). Durante ese encarcelamiento Pablo escribió, sin duda, su epístola a la iglesia de los filipenses y también las cartas a los colosenses, a los efesios y a Filemón. Roma no se menciona en la Epístola a los Filipenses; pero la referencia de Pablo a "la casa de César" (cap. 4: 22) y su expectativa de una rápida liberación (cap. 2: 24), sugieren que Roma fue el lugar en donde la escribió.

En la carta se puede apreciar bastante bien la situación de Filipos, la condición de Pablo y la relación del apóstol con los creyentes filipenses. La iglesia de Filipos era presidida por obispos y diáconos (cap. 1:1); sus miembros estaban sufriendo persecución (vers. 29), e indudablemente se había producido alguna tendencia a la discordia, especialmente entre dos de las hermanas de la iglesia (cap. 4: 2); pero no hay ninguna indicación de que hubiera corrupción moral o falsas doctrinas.

Había poco que perturbara el gozo y la gratitud con que el apóstol contemplaba el crecimiento de los filipenses en la gracia. Su amor por Pablo era inmutable. Le habían enviado a Epafrodito, uno de sus dirigentes, para que le llevara sus dádivas y lo ayudara en su aflicción (cap. 2: 25). Pablo pensaba que sería liberado pronto, y expresaba su confianza de que antes de mucho los vería otra vez (cap. 1: 26; 2: 24). Más tarde fue liberado y durante un tiempo trabajó entre las iglesias que había ayudado a establecer, lo que tal vez incluyó a la iglesia de Filipos.

La ocasión inmediata para que el apóstol escribiera esta carta, fue que Epafrodito -que había enfermado gravemente durante su visita a Pablo en Roma- ya había mejorado lo suficiente como para regresar a Filipos (cap. 2: 25-30). Los miembros de la iglesia anhelaban que Epafrodito estuviera con ellos, y Pablo deseó aprovechar la oportunidad para mandar un mensaje de agradecimiento a sus amigos por haberle enviado algunos obsequios, para contarles cómo estaba y recordarles de su interés y oraciones por ellos.