EL DIOS QUE YO CONOZCO

23.03. COLOSENSES - Marco histórico

No se sabe con exactitud cómo, cuándo o quién fundó la iglesia de Colosas. Pablo utilizó a Efeso como el centro de sus actividades misioneras durante unos tres años (Hechos 20: 31).

La energía con que llevó a cabo su evangelización durante ese tiempo, indujo a Lucas a declarar: "Todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús (Hechos 19: 10), y hasta Demetrio afirmó: "Este Pablo. . . en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión" (Hechos 19: 26) del paganismo.

Escribiendo a los corintios cerca del fin de su permanencia en Efeso y sus alrededores, el apóstol les envió saludos de "las iglesias de Asia" (1 Corimtios 16: 19). Esto significa que la provincia romana de Asia era en ese tiempo el campo misionero del apóstol (cf. 2 Corintios 1: 8; Romanos 16: 5, donde la evidencia textual establece el texto "Asia" [BJ, BC, BA, NC] y no "Acaya").

Visitantes de toda Asia acudían al gran puerto marítimo de Efeso, y los mensajes de Pablo tuvieron que ser ampliamente difundidos por los viajeros que regresaban a sus lugares de origen (Hechos 19: 10). De esa manera dos ciudadanos de Colosas -Epafras (Colosenses 4: 12) y Filemón (Filemón 1; cf. Filemón 10-11; Colosenses 4: 9) - quizá oyeron las buenas nuevas de la salvación; y junto con otros pudieron haber llevado el Evangelio a sus conciudadanos (cf. cap. 1: 7). Por lo tanto, aunque Pablo pudo no ser el fundador de la iglesia de Colosas, probablemente fue en sentido muy real, su padre.

Según esta epístola es evidente que él se sentía responsable por la condición espiritual de los cristianos colosenses, y que conocía bien sus necesidades y los peligros en que estaban. Parece que esa información le fue llevada a Roma por Epafras (Colosenses 1: 7; cf. Filemón 23), y ésa fue la razón inmediata de que les escribiera la epístola.

El peligro que asechaba a los creyentes de Colosas lo producían las falsas enseñanzas que se estaban propagando entre ellos. No se pueden determinar los detalles precisos de esas enseñanzas. Algunos eruditos las han identificado como provenientes de dos focos: los judaizantes y los gnósticos. Indudablemente contenían elementos judaizantes, y algunas de las falsas doctrinas a las que se hace alusión en esta epístola son similares a las que sostenían ciertos gnósticos en los siglos II y III.

Sin embargo, en vista de la gran incertidumbre que hay en cuanto a la situación de ese entonces, probablemente sea preferible entender que las falsas enseñanzas de Colosas eran una mezcla de judaísmo y de alguna clase de paganismo oriental (quizá una forma antigua de gnosticismo) y no dos sistemas separados de enseñanzas.

La literatura apocalíptica judía y los Manuscritos del Mar Muerto muestran que tales mezclas eran frecuentes entre los judíos de ese tiempo. El concepto de los ángeles organizados en categorías es familiar en la literatura apócrifa judía; y tal como se describe ese concepto en Colosenses, parece estar muy cerca de la idea de "emanaciones", como se encuentra en escritos gnósticos posteriores.

Los términos "misterio" (cap. 1: 26-27) y "conocimiento" (cap. 2: 3) -que Pablo aquí parece estar tomando de los falsos maestros y usándolos en un sentido cristiano- aparecen en los Manuscritos del Mar Muerto como términos religiosos aceptados. Esas palabras tenían sin duda un sentido claramente religioso en los misterios paganos y en el gnosticismo.

La "plenitud" (Gr. πληρωμα [plêrôma], cap. 1: 19), que según Pablo se halla en Cristo, por lo menos posteriormente fue un término gnóstico común para referirse a las "emanaciones", los seres subsidiarios intermedios que se pensaba que emanaban de Dios y que eran intermediarios entre él y el mundo. Es imposible decir hasta dónde se habían introducido esos conceptos en Colosas.

Sin embargo, lo siguiente parece ser claro: los falsos maestros de Colosas enseñaban la existencia de seres angelicales dispuestos en órdenes diferentes, intermediarios entre Dios y el mundo, que actuaban como mediadores de los hombres, les proporcionaban salvación y merecían que se les rindiera culto.

Esos maestros insistían al mismo tiempo en un ceremonialismo extremadamente legalista que seguía los moldes judaicos y ponía énfasis en la circuncisión, en tabúes, en asuntos de comidas y bebidas y la observancia de festividades.

Pablo escribió la Epístola a los Colosenses para atacar tales enseñanzas.

Esta epístola fue redactada sin duda en Roma alrededor del año 62 d. C., durante el primer encarcelamiento de Pablo.