EL DIOS QUE YO CONOZCO

25.04. 2 TESALONICENSES - Tema

Teniendo en cuenta los problemas de Tesalónica que motivaron la escritura de esta carta, uno de sus primeros propósitos era asegurar a los humildes cristianos de esa iglesia que habían sido aceptados por el Señor.

El apóstol insiste en que él debe agradecer a Dios por las victorias conquistadas. Destaca el progreso de ellos en las virtudes cristianas de la fe (2 Tes. 1: 3), del amor fraternal (2 Tes. 1: 3; cf. 1 Tes. 4: 9-10) y de su firmeza en medio de las persecuciones (2 Tes. 1: 4).

La segunda carta no añade nada en cuanto a la forma de la venida de Cristo y la resurrección de los justos, por lo tanto la primera carta tuvo que haber instruido a la iglesia en cuanto a esos temas; sin embargo, junto con esa enseñanza el apóstol había destacado la necesidad de estar preparados para el gran día del regreso del Señor y de vivir diariamente teniendo siempre en cuenta la segunda venida de Cristo (1 Tes. 5: 1-11; cf. Tito 2: 11-13).

Este énfasis en el segundo advenimiento parece que fue entendido por muchos como una indicación de que Pablo esperaba que el retorno del Señor fuera casi inmediato (ver 2 Tes. 2: 2). Por eso se apresuró a explicar que no había querido decir tal cosa, y recordó a sus lectores que primero debía venir la apostasía como personalmente les había enseñado- seguida por la aparición del anticristo (vers. 2-3, 5).

Pablo exhorta directamente a los indóciles haraganes, que sin duda decían que era innecesario trabajar debido al inminente advenimiento. Ya los había amonestado en su primera epístola (1 Tes. 4: 11; 5: 14), y ahora les da órdenes y los amonesta en el Señor (2 Tes. 3: 12). Insta a la iglesia a tomar medidas disciplinarias contra ellos con el propósito de reformarlos (vers. 14-15).

El tema de la segunda epístola, como el de la primera, es la piedad práctica (cap. 1: 11- 12).

Los débiles deben ser consolados y confirmados (cap. 2: 17); debe hacerse callar a los perturbadores (cap. 3: 12).

La iglesia debe conocer la obra engañosa del gran adversario para causar la apostasía y el reinado del anticristo, y también la destrucción final de todo el poder de Satanás (cap. 2: 3-12).

Pablo, teniendo delante de sí la gloriosa esperanza del triunfo de la causa de Dios, insta a la iglesia de Tesalónica a vivir de modo que pueda ser tenida por digna del llamamiento del Señor (cap. 1: 11-12).