EL DIOS QUE YO CONOZCO

35.04. 2 JUAN - Tema

Una lectura superficial de la epístola basta para captar su naturaleza íntima. Evidentemente es una carta personal, pero si fue dirigida a un individuo o a un grupo, eso depende de la interpretación que se dé a la frase: εκλεκτη κυρια και τοις τεκνοις αυτης [eklektê kuria kai tois teknois autês] "a la señora elegida y a sus hijos" (vers. 1).¹

Dentro de estos límites, el tema de la epístola demuestra satisfacción por el estado espiritual de los lectores, los anima en el sendero cristiano; es una amonestación contra los falsos maestros y sugiere cómo tratar a los engañadores.

La carta revela el espíritu tierno y amante del autor y la belleza de la intimidad espiritual que podía existir entre los hermanos en la fe de la iglesia primitiva.

Se ha sugerido que el tamaño casi idéntico de la segunda epístola y de la tercera se debió a la dimensión de la hoja de papiro que por lo general se usaba en ese entonces.

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¹ Señora.
Gr. κυρια [kuria]. Son posibles dos interpretaciones. Según la primera Kuria sería un nombre propio que figura en inscripciones griegas. Pero la sintaxis del texto griego hace improbable que se trate de un nombre propio. La segunda interpretación es que debe traducirse: "señora", forma cortés de dirigirse a una mujer. Es el equivalente femenino de κυριος [kurios], "señor". En este caso, la frase εκλεκτη κυρια [eklektê kuria] significa literalmente "a una señora elegida".

Pero aún permanece el problema de interpretación: ¿a quién dirigió Juan su epístola? Se han presentado dos respuestas a esta pregunta: (1) escribía a una determinada señora cristiana y a los hijos de ella, o (2) escribía a la iglesia, o a una iglesia que prefirió llamar "una señora elegida". Una combinación de estos dos puntos de vista podría proporcionar la mejor solución del problema. La señora a la cual se dirige la carta puede haber sido quien presidía la iglesia a la cual escribe Juan, y sus "hijos" pueden haber sido los miembros de la iglesia (cf. 3 Juan 4). El tenor del mensaje es más adecuado para un grupo de creyentes que para un individuo, y para cristianos maduros antes que para los hijos de una determinada mujer.

Elegida.
Gr. εκλεκτη [eklektê] - dat. sing. fem. de εκλεκτος [eklektos], "escogido", del verbo εκλεγω [eklegô], "elegir". Con frecuencia este adjetivo significa "distinguido" o "notable". Algunos han preferido entender esta palabra como un nombre femenino propio -Eklekta-, pero es dificil aceptar esta interpretación en vista del uso del mismo adjetivo en el vers. 13.

Sus hijos.
Podrían ser los hijos literales de la "señora elegida", o los miembros de la iglesia a la que se dirigía la carta (cf. 1 Juan 2: 1).

35.03. 2 JUAN - Marco histórico

Por las razones ya expuestas es probable que esta carta fue escrita después de la primera epístola; y si se acepta a Juan como el autor, entonces se escribió poco después de la primera carta, debido a la edad del apóstol.

El factor adicional que manifiesta la segunda epístola es que falsos maestros estaban abusando de la hospitalidad cristiana para propagar doctrinas falsas.

35.02. 2 JUAN - Autor

La cuestión de la paternidad literaria queda resuelta hasta cierto grado con las dos primeras palabras de la epístola: "el anciano", pero la identidad del "anciano" aún debe estudiarse.

El consenso de los eruditos se inclina a favor de Juan como el autor y, por lo general, se concuerda en que el título "anciano" es singularmente adecuado para el anciano apóstol que sobrevivió largamente a sus compañeros de ministerio.

Si Juan estaba escribiendo a un individuo o a un grupo que le era bien conocido, no tenía necesidad de usar otra identificación fuera del calificativo afectuoso con que ya era conocido por sus lectores.

La identificación del "anciano" depende en gran medida de la relación que se descubre entre la segunda epístola y la primera, y entre ambas y el cuarto Evangelio.

Las similitudes evidentes entre la segunda carta y la primera sugieren un autor común.

La palabra "anticristo" es exclusiva del vers. 7 y de 1 Juan 2: 18, 22; 4: 3.

En cuanto al estilo similar, compárese:

"andando en la verdad" (2 Juan 4) con "andamos en luz" (1 Juan 1: 7);

"un nuevo mandamiento" (2 Juan 5) con "un mandamiento nuevo" (1 Juan 2: 8);

"nos amemos unos a otros" (2 Juan 5; 1 Juan 3: 11);

"tiene al Padre y al Hijo" (2 Juan 9) con "tiene al Hijo"(1 Juan 5: 12).

Como se presentó en la introducción de la primera epístola, hay razones válidas para aceptar al apóstol Juan como el autor de esta carta así como del Evangelio que lleva su nombre. Si se aceptan esas razones, también puede aceptarse que Juan es el autor de esta epístola.

35.01. 2 JUAN - Título

En los antiguos manuscritos gríegos el título es sencillamente ΙΩΑΝΝΟΥ Β΄ [IÔANNOU B], literalmente, "De Juan 2". Ver lo que se dice en cuanto al título de la primera epístola.

No disponemos de ninguna evidencia externa por la que podamos saber si esta carta es la segunda en orden cronológico, pero por medio de una comparación del texto de las tres epístolas atribuidas a Juan, parece probable que ésta fue escrita después de la primera.

La que llamamos segunda parece referirse al contenido de la primera en una forma que es natural si es que el autor ya había escrito la carta más larga, pero que sería extraño si la más corta hubiera sido escrita primero:

2 Juan
"Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio. Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo... Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo... Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea cumplido" (2 Juan 5-7, 9, 12).

1 Juan
"Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido... El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él... Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio... Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo... El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida" (1 Juan 1: 4; 2: 4-5, 7, 18; 5: 10-12).

34.05. 1 JUAN - Bosquejo

I. Introducción, 1: 1-4.

A. Declaración de haber tenido trato personal con Cristo, el Verbo de vida, 1: 1-3 p. p.

B. Propósito al escribir la epístola, 1:3 ú. p.-4.
1. Fomentar la comunión con los cristianos, con Dios y Cristo, 1: 3 ú. p.
2. Producir plenitud de gozo, 1: 4.


II. Los requisitos para tener comunión con Dios y el hombre, 1: 5-10.

A. Caminar en la luz, 1: 5-7.
B. Confesión de los pecados, 1: 8-10.


III. Exhortación a una vida sin pecado, 2: 1-28.

A. Cristo el abogado y propiciación por el pecado, 2: 1-2.

B. Andar como él anduvo, 2: 3-6.

C. El mandamiento nuevo, 2: 7-11.

D. Exhortaciones personales a los hijos espirituales, 2: 12-28.
1. Razones para escribir, 2: 12-14.
2. No amar al mundo, 2: 15-17.
3. Cuidarse de los anticristos y sus herejías, 2: 18-26.
4. Permanecer en Cristo a fin de prepararse para su venida, 2: 27-28.


IV. Los hijos de Dios en contraste con los hijos del diablo, 2: 29 a 3: 24.

A. La justicia de los hijos de Dios, 2: 29 a 3:7.

B. El que practica el pecado es del diablo, 3: 8-9.

C. El que no ama a su hermano es del diablo, 3: 10-18.

D. Dios asegura la salvación a sus hijos, 3: 19-24.


V. Verdad, amor y fe son esenciales para la comunión con Dios, 4: 1 a 5: 12.

A. El espíritu de verdad y el espíritu de error, 4: 1-6.

B. El amor es de Dios, pues Dios es amor, 4: 7-21.

C. La fe produce victoria y vida, 5: 1-12.


VI. Conclusión, 5: 13-21.

A. Repetición del propósito, 5: 13.

B. Admonición a una vida libre de pecado, 5: 14-17.

C. Exhortación final a conocer a Dios y a su Hijo, 5: 18-21.

34.04. 1 JUAN - Tema

El propósito principal de la epístola es pastoral. Juan escribe con amor a sus hijos espirituales para que puedan estar mejor preparados para vivir la vida cristiano. El amor es la nota dominante de la carta. El marco es una exhortación sencilla aunque profundamente espiritual.

"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor" (1 Juan 4: 8).

"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. "Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros" (1 Juan 4: 10-11).

Pero esos elevados temas se proyectan dentro de un marco de oposición, lo que da a la epístola un propósito tanto polémico como pastoral.

Es claro que algunas herejías habían perturbado a la iglesia, y que algunos falsos maestros dentro de ella habían tratado de pervertir la fe:

"Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros" (1 Juan 2: 18-19).

Aunque habían dejado la iglesia, su influencia perduraba y continuamente amenazaba con perjudicarla. Juan escribe para contrarrestar ese peligro, para afianzar a los miembros en las doctrinas cristianas esenciales y para hacer que la verdad sea tan atrayente que los seguidores de Cristo no sean seducidos por el error.

La herejía básica contra la cual lucha Juan ha sido identificada como una especie de protognosticismo, que enseñaba un conocimiento (gnôsis) falso (ver JUAN - Tema; Gnósticos I; II; III; IV; V y VI).

Por el énfasis que se le da en la epístola, parece que la oposición provenía de dos principales formas de gnosticismo: el docetismo y la enseñanza de Cerinto. La herejía de ambos se refería a la naturaleza de Cristo. El docetismo negaba la realidad de la encarnación y enseñaba que Cristo tenía un cuerpo humano sólo en apariencia (ver Los docetistas; Docetismo y gnosticismo).

La segunda herejía se originó en Cerinto, uno de los contemporáneos de Juan, quien se educó en Egipto y luego enseñó en el Asia Menor y propagó enseñanzas judaizantes. Cerinto enseñaba que Jesús había nacido en forma natural de José y María, y Cristo entró en el cuerpo de Jesús en ocasión de su bautismo, pero que se retiró o salió antes de la crucifixión (ver El apóstol Juan; Gnósticos IV).

Los originadores y paladines de esas herejías son gráficamente descritos por Juan como "anticristos" (cap. 2: 18, 22; 4: 3) y "falsos profetas" (cap. 4: 1).

Para combatir esos errores, Juan destaca:

(1) La realidad de la naturaleza humana y visible de Cristo durante la encarnación:

"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo" (1 Juan 1: 1-3).

(2) Que el Salvador vino en la carne:

"En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios" (1 Juan 4: 2) y

(3) Que los creyentes pueden disfrutar de ese verdadero conocimiento como opuesto a la falsa gnosis:

"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna" (1 Juan 5: 20) .

Estas controversias antiguas tienen un gran significado en nuestro tiempo, pues se sigue cuestionando la divinidad de Cristo. Un estudio de esta epístola encauzará la mente del lector a la verdad de la encarnación y permitirá que capte una elevada visión del Hijo de Dios, quien fue enviado para ser la propiciación por los pecados de todo el mundo.

34.03. 1 JUAN - Marco histórico

En la epístola no hay ninguna referencia específica al autor, a las personas a las cuales fue dirigida la carta, al lugar desde el cual fue escrita, o al tiempo cuando se escribió, por lo tanto, las conclusiones relativas a su marco histórico tienen que deducirse de la evidencia interna.

Esa evidencia debe unirse estrechamente con las conclusiones aceptadas acerca del autor y la fecha del cuarto Evangelio.

Nosotros aceptamos que Juan es el autor del Evangelio y también de esta epístola, y por tal razón la pregunta más importante es la siguiente: ¿Cuál de los dos se escribió primero, el Evangelio o la epístola?

No es posible dar una respuesta definitiva, y la opinión de los eruditos se ha inclinado en una u otra dirección; pero es difícil negar que la epístola presupone el conocimiento que ya tenían los cristianos del Evangelio de Juan, y que se apoya en él. Si se le da su debido valor a este argumento, entonces parece que la epístola fue escrita después que el Evangelio y hasta podría pensarse que fue un apéndice de él.

Además, es fácil reconocer que antes de registrar por escrito sus recuerdos y profundas meditaciones, el apóstol tuvo que haber pensado mucho en cuanto al contenido de su Evangelio y haberlo enseñado a su grey. Por eso es posible que la epístola sea anterior al Evangelio.

Por éstas y otras consideraciones más técnicas no es posible que por la evidencia interna se llegue a una conclusión firme en cuanto a las fechas de la escritura de ambos libros.

Pero lo que sí es claro es que la epístola fue escrita por un anciano al que le parecía apropiado dirigirse a sus conversos como a "hijitos", (cap. 2: 1, 12, 18, 28; 3: 7, 18; 4: 4; 5: 21).

No se dice a quiénes se dirigió la carta, pero es obvio que fue enviada a un grupo conocido de cristianos con los cuales tenía trato personal el reverenciado autor. Todavía no se ha presentado ninguna razón concluyente para rechazar la tradición, ampliamente aceptada, de que Juan la escribió en su ancianidad para los creyentes de Efeso, o de Asia Menor, donde él había ejercido su ministerio.

La fecha cuando se escribió podría ubicarse entre el año 90 y el 95 d. C. (ver El apostol Juan).

Hay evidencias de que la epístola existía a comienzos del siglo II:

Policarpo, que tiene fama de haber conocido personalmente a varios de los apóstoles, emplea palabras que se parecen mucho a 1 Juan 4: 3 (Epístola de Policarpo a los Filipenses VII , c. 115 d. C.).

Eusebio afirma: "Entre los escritos de Juan, además del Evangelio, es admitida sin controversia alguna su primera epístola, tanto por los más recientes cuanto por todos los antiguos" (Historia Eclesiástica III, 24, 17).

Ireneo (c. 200d. C.) identifica varios versículos que cita como procedentes de la primera y la segunda epístolas de Juan (Ireneo, Contra herejías III. 16. 5, 8).
El Fragmento Muratoriano (c. 170 d. C.) no sólo incluye en su canon la primera epístola y la segunda, sino que las atribuye al apóstol Juan.

Por lo tanto, es evidente que la primera epístola fue reconocida como legítima desde muy antiguo y su lugar en el canon está firmemente afianzado.

34.02. 1 JUAN - Autor

Juan no se identifica en ninguna de las epístolas del NT que se le atribuyen; sin embargo hay una similitud tan grande entre la primera epístola y el Evangelio de Juan, que la mayoría de los eruditos aceptan que el autor de ambos es el mismo.

Si aceptamos que el cuarto Evangelio fue escrito por el discípulo amado (Juan 21: 20-24), identificado como el apóstol Juan, uno de los hijos de Zebedeo (ver 15.02. Juan - Autor), tenemos razones válidas para afirmar que también es el autor de la primera epístola que lleva el nombre de Juan. Una relación similar une la primera epístola con la segunda, y la segunda con la tercera.

Algunas de las similitudes notables entre esta epístola y el Evangelio, son las siguientes:

Los paralelismos del lenguaje y la sintaxis del texto griego con frecuencia son más impresionantes que en nuestro idioma; pero la lista que se ha presentado da un buen ejemplo de dichas similitudes.

Además de los paralelismos hay muchas otras similitudes que fácilmente se perciben entre la pístola y el Evangelio. Ambos comienzan en forma súbita, sin ninguna introducción propia de la forma epistolar. La epístola empieza con "Lo que era desde el principio... [el] Verbo de vida"; el Evangelio, con "En el principio era el Verbo".

Hay un gran parecido en estilo, vocabulario, sintaxis, uso de preposiciones, construcción gramatical y diversas antítesis como tinieblas y luz, muerte y vida, odio y amor, que son típicamente características de Juan. La diferencia en propósito y dimensión de los dos libros admite una gran divergencia, pero el tema de ambos es tan similar, que la epístola podría servir como un resumen de los temas sobresalientes del Evangelio.

No se deben pasar por alto las diferencias que existen entre los dos escritos, pero pueden explicarse teniendo en cuenta diversos factores: diferentes propósitos, fechas de redacción, el envejecimiento del autor y las diferencias naturales que existen en las obras conocidas que han sido fruto de la misma pluma.

La epístola parece haber sido escrita espontáneamente como una carta pastoral, mientras que el Evangelio se ve claramente que es el producto de una larga y profunda meditación acerca de la encarnación del Verbo de Dios. En otras palabras: se ve que el propósito de la epístola es limitado, entre tanto que el del Evangelio es amplio, abarcante; pero un hilo común corre a través de ambos libros, lo que puede advertir hasta un lector inexperto.

A pesar de todo, la opinión de los eruditos aún se halla dividida en cuanto a la paternidad literaria de 1 Juan. Algo de la insistencia en no aceptar al apóstol Juan como autor de la epístola quizá se deba a un subconsciente hábito de dudar. El cristiano sensato puede decir con justicia que tiene una base adecuada para afirmar que el autor de esta epístola es Juan el discípulo amado.

34.01. 1 JUAN - Título

En los manuscritos griegos más antiguos el título de esta epístola es sencillamente ΙΩΑΝΝΟΥ Α΄ [Iôannou A], literalmente: "De Juan, I"; es decir, la primera (epístola) de Juan.

No se sabe si ésta fue la primera epístola pastoral que Juan escribió, pero sí es la primera de las que han sido conservadas por la iglesia cristiana.

33.05. 2 PEDRO - Bosquejo

I. Saludos e introducción, 1: 1-11.

A. Saludos, 1: 1-2.
B. Exhortación, 1: 3-11.

II. Propósito de la epístola, 1: 12-21.

A. Fortalecimiento de los creyentes en la verdad presente, 1: 12-15.
B. Confirmación del Evangelio mediante un testimonio personal, 1: 16-18.
C. Confirmación del Evangelio por la profecía, 1: 19-21.

III. Advertencias contra falsos maestros, 2: 1-22.

A. Falsos maestros y sus herejías engañosas, 2:1-3.
B. Castigo de los impíos; liberación de los justos, 2:4-10 p.p.
C. Verdadera naturaleza de los falsos maestros, 2: 10 ú.p.-22.

IV. Segunda venida de Cristo y preparación para recibirlo, 3: 1-18.

A. Referencia al testimonio de los profetas y los apóstoles, 3: 1-2.
B. Los burladores refutados por los hechos del diluvio, 3: 3-7.
C. Certeza del regreso de Cristo, 3: 8-10.
D. Exhortación a vivir santamente en anticipación del advenimiento, 3: 11-18.

33.04. 2 PEDRO - Tema

El tema, como el de 1 Pedro, es pastoral.

El autor exhorta a sus lectores acontinuar creciendo en la gracia y en conocimiento espiritual para que se pueda cumplir el propósito de Dios en su llamamiento y elección.

En el capítulo 1 los anima refiriéndose a su propia experiencia y a la palabra profética.

En el capítulo 2 los amonesta contra los falsos maestros.

En el capítulo 3, después de tratar el rechazo de la promesa del retorno de Cristo por parte de los burladores, concluye con una afirmación de la certidumbre de la segunda venida y una exhortación a fin de que estén preparados para ese gran acontecimiento.

33.03. 2 PEDRO - Marco histórico

2 Pedro está dirigida "a los que habéis alcanzado... una fe igualmente preciosa que la nuestra" (cap. 1: 1), lo que presumiblemente se refiere a los lectores de la primera epístola. Esto parece confirmarse en el pasaje del cap. 3: 1. "Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento".

Pedro probablemente fue martirizado no después del año 67 d. C. (ver Historia Eclesiástica, La Obra posterior de Pedro). Se cree que su segunda epístola fue escrita poco antes de esa fecha.

No se puede saber dónde se escribió la epístola; el lugar más probable fue Roma.

33.02. 2 PEDRO - Autor

Desde los primeros años se ha debatido mucho en cuanto al autor de 2 Pedro.

Orígenes (c. 185 d. C.-c. 254 d. C.), el escritor más antiguo que dio nombre a esta epístola, expresa dudas en cuanto a su autenticidad (Eusebio, Historia eclesiástica, Libro VI. 25.8).

Jerónimo (c. 340-420 d. C.) dice que habían surgido preguntas en cuanto al estilo de la epístola. ("He wrote two epistles which are called Catholic, the second of which, on account of its difference from the first in style, is considered by many not to be by him". Jerome, Lives of Illustrious Men, Chapter I, Simon Peter).

Otros padres de la iglesia albergaron grandes dudas en cuanto a ella, o la rechazaron por completo.

Eusebio dice: "Por lo que toca a Pedro, una epístola suya, que suele llamarse primera, es admitida como legítima por todos sin controversia alguna. De su testimonio, como situada fuera de toda duda, han usado frecuentísimamente en sus escritos los obispos antiguos. La llamada segunda, sin embargo, no ha sido incluida entre los libros sagrados del Nuevo Testamento, según hemos sabido de los mayores. No obstante, como a muchos ha parecido útil, es leída con interés al mismo tiempo que los demás escritos de la sagrada Escritura" (Eusebio, Historia eclesiástica, Libro III. 3.1).

No hay citas directas de 2 Pedro en los escritos cristianos de los dos primeros siglos, sino sólo alusiones aisladas que sugieren que era conocida.

En la iglesia de Antioquía se expresaron dudas muy definidas sobre esta epístola, principalmente porque junto con 2 Juan, 3 Juan, Judas y el Apocalipsis, no está en la Peshito (siríaca).

La segunda Epístola de Pedro no fue aceptada en el canon sino tardíamente.

2 Pedro, es el libro del NT que quizá haya sido declarado por un mayor número de eruditos como posterior a la época apostólica y, por lo tanto, falso. Las principales razones para esta opinión son las siguientes:

El lenguaje y estilo de 2 Pedro son bastante diferentes de 1 Pedro.

En 2 Pedro se coloca en un nivel especial a las epístolas de Pablo, pues se refiere a éstas no sólo como a una colección sino como que indudablemente eran parte de las "Escrituras" (2 Pedro 3: 15-16); es decir, que tenían igual inspiración y autoridad que el AT. Muchos eruditos creen que era difícil que las epístolasde Pablo ya se hubieran coleccionado durante la vida de su autor o de la de Pedro, y que hubieran sido recogidas de las diversas iglesias a las cuales habían sido enviadas. Afirman que con seguridad durante ese tiempo no podrían haberse considerado como parte de las Escrituras.

Pero antes de que se pueda llegar a una decisión en cuanto a la autenticidad de 2 Pedro, deben tenerse en cuenta varios factores que favorecen la idea de que fue escrita por el apóstol Pedro.

En primer lugar, o 2 Pedro fue escrita por el apóstol, o es sin duda una falsificación. No sólo comienza en la forma común: "Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo", para identificar a su autor, sino que el que la escribió afirma que fue uno de los que estuvieron con Cristo en el monte de la transfiguración (2 Pedro 1: 17-18; cf. Mat. 17: 1). El autor no puede ser otro sino el apóstol Pedro, a menos que se trate de una evidente falsificación.

Aunque es un hecho que el estilo del lenguaje de 2 Pedro es diferente del de la primera epístola, puede explicarse razonablemente, pues es probable que Pedro -un palestino de poca cultura, cuya lengua materna era el arameo- sin duda recurrió a la ayuda de un secretario para la redacción de una epístola que fue escrita en griego. Si Pablo -que manejaba la lengua griega con soltura- evidentemente usó secretarios, es aún más lógico suponer que Pedro hubiera buscado la ayuda de secretarios y que éstos hubieran influido mucho en la redacción de sus cartas en griego. De modo que dos secretarios diferentes muy bien pudieron haber escrito dos epístolas con diferente redacción.

En cuanto a la cuestión de la referencia de Pedro a las epístolas de Pablo, debe reconocerse que no se sabe con exactitud cuándo comenzaron a circular las epístolas de Pablo, ya sea separadamente o como una colección. Aunque por lo general los eruditos creen que esto debe haber ocurrido en la segunda mitad del siglo I, en realidad no hay ninguna prueba de que esto no sucedió durante la vida de Pablo y Pedro. Al considerar la extensión e intensidad de la actividad misionera de Pablo y su consiguiente importancia en la iglesia apostólica, y el hecho de que se encontró repetidas veces con Pedro, no parece irrazonable concluir que las cartas de Pablo quizá circularon aun antes de la muerte de este apóstol.

El otro problema, o sea que Pedro clasificó las epístolas de Pablo como pertenecientes a las "Escrituras", no puede considerarse como una prueba absoluta de una fecha tardía para esta epístola. No hay ninguna prueba de que Pedro no pudiera ni debiera haber reconocido esas epístolas como divinamente inspiradas. Pablo creía que escribía guiado por la inspiración del Espíritu Santo (ver 1 Corintios 7: 40; 1 Timoteo 4: 1), y no sería irrazonable pensar que Pedro lo reconociera como un hecho, y por eso hubiera clasificado los escritos de Pablo entre las obras inspiradas que pertenecían a la iglesia.

Otra cuestión relacionada con 2 Pedro es su relación con la Epístola de Judas.

Una comparación cuidadosa de 2 Pedro 2: 1 a 3: 3 con Judas 4-18 revela que estos dos libros tienen muchos pasajes en común. Aunque muchos eruditos han llegado a la conclusión de que el autor de 2 Pedro se apoyó en Judas, sin embargo Judas 17-18 parece ser una referencia directa a 2 Ped.3: 2-3. Si así fue, sería evidente la prioridad de 2 Pedro por su autoridad apostólica. Sin embargo, no se puede recurrir a este argumento para probar la autenticidad de 2 Pedro porque no se ha establecido la relación exacta entre las dos epístolas.

Aunque los argumentos contra la autenticidad de 2 Pedro tienen peso cuando se los considera desde un punto de vista puramente científico, no pueden ser considerados como pruebas. Y cuando los asertos del libro mismo son considerados desde un punto de vista espiritual, son una poderosa razón para rechazar cualquier teoría que relegue la epístola a los días posteriores a los apóstoles, especialmente si se considera que muchos de los aparentes problemas de la paternidad literaria de Pedro pueden explicarse satisfactoriamente.

33.01. 2 PEDRO - Título

En los manuscritos griegos más antiguos esta epístola sencillamente se titulaba ΠΕΤΡΟΥ Β΄[PETROU B] ("De Pedro II"). Compárese con el título de 1 Pedro.

32.05. 1 PEDRO - Bosquejo

I. Introducción, 1: 1-12.

A. Saludos, 1: 1-2.
B. Se alaba a Dios y a Cristo por la salvación, 1: 3-9.
C. La actitud de los profetas y los ángeles hacia la salvación, 1:10-12.

II. Exhortación a una firme vida cristiana, 1: 13 a 4: 19.

A. Vida digna de la elevada vocación, 1: 13-25.
B. Aumento del conocimiento y de la madurez cristiana, 2: 1-8.
C. Como pueblo escogido por Dios, deben vivir ejemplarmente entre los gentiles, 2: 9-18.
D. Como Cristo, deben ser humildes en los sufrimientos, 2: 19-25.
E. Consejos a esposos y esposas, 3: 1-7.
F. Exhortación a la unidad, 3: 8-13.
G. El privilegio y la recompensa de sufrir con Cristo, 3: 14-22.
H. Exhortación a un dominio de la carne semejante al de Cristo, 4: 1-6.
I. Exhortación a la sobriedad y a una vida llena de amor, 4: 7-11.
J. Exhortación a la firmeza en medio de la persecución, 4: 12-19.

III. Consejos a los que presiden en la iglesia y a los miembros, 5: 1-9.

A. A los ancianos, 5: 1-4.
B. A los miembros más jóvenes, 5: 5-9.

IV. Conclusión, 5: 10-14.
A. Bendición y doxología, 5: 10-1 l.
B. Saludos, 5: 12-14

32.04. 1 PEDRO - Tema

Pedro tenía un propósito pastoral al escribir esta epístola.

La urdimbre con la cual se entrelaza la trama del consejo del apóstol, es el peligro de la persecución, la inminencia del "fuego de prueba" (cap. 4: 12) y la certidumbre de los tiempos difíciles en los cuales vivían los creyentes.

Teniendo en cuenta tal situación, Pedro procura fortalecer la fe de sus lectores. Los exhorta a una conducta intachable, a ser ciudadanos ejemplares, a testificar lealmente por Cristo y a prepararse debidamente para encontrarse con su Señor.

Para ayudarlos a alcanzar estas metas, incluye consejos específicos para los criados (cap. 2: 18), las esposas (cap. 3: 1-6) los maridos (cap. 3: 7), los ancianos (cap. 5: 1-4) y los miembros más jóvenes de la iglesia (cap. 5: 5-9).

A través de toda la carta se vinculan un tierno espíritu con firme sentido de liderazgo, ambos santificados mediante un elevado concepto de Cristo.

32.03. 1 PEDRO - Marco histórico

El apóstol Pedro escribe lo que podría llamarse una carta circular dirigida a "los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia". Estas cinco zonas incluían casi todo lo que hoy llamamos Asia Menor.

La mayoría de los creyentes de esas iglesias eran gentiles; los cristianos de origen judío constituían una minoría. Pedro, como misionero enviado a ellos ("Reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión" - Gálatas 2: 9), tenía un interés especial en los judíos; pero no limitaba sus saludos e instrucciones al grupo minoritario de esas iglesias, lo cual se ve por su declaración de que sus lectores en otro tiempo no habían sido "el pueblo de Dios", y que eran idólatras convertidos.

"Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia" (1 Pedro 2: 10).

"Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan" (1 Pedro 4: 3-4).

El apóstol, que fue el primero en bautizar gentiles y en defender su categoría de igualdad con los demás en la iglesia, sin duda consideraba a todos los cristianos, tanto de origen judío como gentil, como unidos en Cristo Jesús, y no hacía distinciones al dirigirse a ellos.

No se puede determinar la fecha precisa cuando se escribió esta epístola. Probablemente fue escrita desde Roma, como lo sugiere el nombre "Babilonia":

"La [iglesia] que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan" (1 Pedro 5: 13).¹

Esto puede significar que fue escrita cerca del fin de la vida del apóstol (ver La obra posterior de Pedro).

El hecho de que no haya ninguna referencia en las cartas que Pablo escribió desde Roma, a que Pedro hubiera estado en esa ciudad, sugiere que, Pedro no llegó allí sino hasta los días del arresto final de Pablo alrededor del año 66 d. C. Aunque no se puede afirmar nada definitivo en cuanto a la fecha cuando fue escrita 1 Pedro, lo que se ha dicho sugiere como una fecha probable los años 64-66 del siglo I.

La epístola refleja presencia de una actitud poco amistosa hacia los cristianos:

"Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras" (1 Pedro 2: 12;

"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se averg:uence, sino glorifique a Dios por ello" (1 Pedro 4: 12-16).

Eso podría sugerir el tiempo de la persecución de Nerón, la que comenzó en el año 64 d. C.

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¹ No hay ninguna prueba de que Pedro hubiera trabajado alguna vez en la Babilonia literal; además, la tradición ubica en Roma el trabajo de los últimos años de Pedro y también su ejecución. Se sabe que cuando los primeros cristianos hablaban de la capital del imperio, usaban el nombre críptico "Babilonia" para evitar represalias políticas. Los comentadores concuerdan en general en que Pedro usa el término Babilonia como una velada referencia a Roma.

32.02. 1 PEDRO - Autor

En la epístola se dice que Pedro es su autor:

"Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia" (cap. 1: 1).

Se han presentado diversas teorías para indicar que no fue en realidad Pedro, sino otra persona, quien escribió la carta.

La teoría más común sugiere que su autor fue Silvano (cap. 5: 12).

Las objeciones en contra de la paternidad literaria de Pedro son las siguientes:

(1) El griego de la epístola es demasiado elegante para un hombre de tan limitada cultura como Pedro.

(2) La teología se parece más a la de Pablo que a la de Pedro.

(3) Se menciona o alude muy poco a episodios de la vida de Cristo, lo que es muy extraño si se tiene en cuenta que Pedro conoció personal e íntimamente a Jesús.

(4) Pedro no se comunicó personalmente con las iglesias del Asia Menor.

Esta última suposición no se puede comprobar; pero apesar de todo, ninguna de estas objeciones es concluyente:

(1) La elegancia de la redacción del texto griego podría explicarse suponiendo que dicha calidad podría atribuirse a Silvano, quien quizá era secretario de Pedro (cap. 5: 12).

(2) Es posible ver en el uso de palabras y expresiones un parecido general de estilo entre esta epístola y los sermones de Pedro y sus características personales.

(3) La tercera objeción tiene como base la suposición de que se puede decir con seguridad qué debería haber escrito Pedro.

(4) La cuarta objeción es sólo una suposición.

Nosotros afirmamos que Pedro es el autor de esta epístola.

32.01. 1 PEDRO - Título

El título de esta epístola en los manuscritos griegos más antiguos se reduce a: ΠΕΤΡΟΥ Α΄[PETROU A] ("De Pedro I").

La frase "epístola universal" (RVR) se refiere a que esta carta no está dirigida a un individuo o a una congregación, sino a la iglesia en general, en la mayor parte del Asia Menor.

Por esta misma razón a veces es llamada epístola "católica" o "general".

31.05. SANTIAGO - Bosquejo

I. Saludo, 1: 1.

II. La tentación, 1: 2-18.

A. La necesidad de paciencia y sabiduría, 1: 2-8.
B. Cómo soportar las aflicciones terrenales o el ensalzamiento, 1: 9-12.
C. El origen de la tentación, 1: 13-18.

III. Evidencias de la verdadera religión, 1: 19-27.

A. Mejor oír que hablar, 1: 19-22.
B. No sólo oír sino hacer, 1: 23-27.

IV. Advertencias contra peligros comunes en la iglesia primitiva, 2: 1 a 5: 6.

A. Contra la acepción de personas, 2: 1-13.

B. Contra una simple profesión de fe, 2: 14-26.
1. La fe sin obras "es muerta", 2: 14-20.
2. Ejemplos de fe genuina que produce obras, 2: 21-26.

C. Contra los pecados de la lengua, 3: 1 -18.
1. Dominio de la lengua, especialmente en la enseñanza, 3: 1-2.
2. Ilustraciones del uso debido e indebido de la lengua, 3: 3-12.
3. Exhortaciones a la conducta adecuada, incluso en el uso de la lengua, 3: 13-18.

D. Contra las luchas y dificultades entre los hermanos, 4: 1-17.
1. El origen de las luchas y del egoísmo, 4: 1-4.
2. Exhortación a someterse a Dios, 4: 5-10.
3. Exhortación contra la maledicencia, 4: 11-12.
4. Exhortación contra la vana jactancia, 4: 13-17.

E. Contra las ganancias fraudulentas y el uso indebido de las riquezas, 5: 1-6.

V. Exhortaciones finales, 5: 7-20.

A. La paciencia es necesaria hasta que venga Cristo, 5: 7-11.
B. Siempre se necesita una conducta apropiada, 5: 12-13.
C. La oración es eficaz para ayudar a los enfermos, 5: 14-18.
D. Exhortación a trabajar por la salvación de otros, 5: 19-20.

31.04. SANTIAGO - Tema

Esta epístola enseña un cristianismo práctico, mostrando los resultados o las obras que una fe viviente y genuina produce en la vida de un discípulo.

En toda la carta se destaca el contraste entre las manifestaciones, los efectos y los resultados de la verdadera y de la falsa religión.

Esta epístola homilética está llena de bellas y atrayentes ilustraciones. El estilo es sencillo y directo. Los pensamientos están en grupos claramente diferenciados entre sí, y no dispuestos en un plan evidente. Santiago escribe con libertad lo que brota de la abundancia de su corazón; se ocupa de los temas a medida que surgen en su mente.

31.03. SANTIAGO - Marco histórico

Una cantidad de alusiones geográficas que hay en esta epístola, sugieren que se escribió en Palestina. Se puede conjeturar que el autor vivía en una tierra donde abundaban el aceite, el vino y los higos, que no estaba lejos del mar, que muy cerca había fuentes de agua dulce y amarga, que la tierra estaba expuesta a sequías y que la lluvia era de gran importancia.

No hay manera segura para determinar la fecha de la epístola. Como ya se hizo notar, parece que fue escrita cuando sólo había un Jacobo que se destacaba en la iglesia, o sea después de 44 d. C. cuando fue muerto Jacobo el hijo de Zebedeo.

La evidencia interna la ubica entre los primeros documentos del NT.

En la epístola no hay referencia a ningún grupo grande de cristianos de origen gentil, ni a ninguna clase de problemas acerca de los gentiles. En esta epístola la sinagoga es aún la iglesia, y sin embargo ya se ha difundido el cristianismo (ver Hechos 2: 9-11; 4: 36; 9: 2, 10, 14, 19, 26; 11: 19-20).

El tenor general de la epístola es que el cristianismo es la culminación del verdadero judaísmo.

31.02. SANTIAGO - Autor

En la Epístola de Santiago no hay suficientes evidencias para identificar en forma definitiva a su autor.

En el NT (RVR) hay muchas referencias a hombres llamados "Jacobo" (o Santiago). Este nombre era muy común entre los judíos porque representa el equivalente griego del nombre hebreo Jacob.

El uso frecuente de este nombre se advierte en la lista de los doce apóstoles (Mateo 10: 2-3; Marcos 3: 16-19; Lucas 6: 14-16). Uno de los apóstoles era Jacobo, el hijo de Zebedeo y hermano de Juan; y un segundo Jacobo era el hijo de Alfeo.

Otro personaje bíblico llamado Jacobo era el padre de uno de los doce, que es identificado como ιουδαν ιακωβου [ioudan iakôbou] Judas "de Jacobo" ("Judas de Santiago", BJ, BC, NC), es decir el hijo de Jacobo y no "hermano de Jacob", como está en la RVR (Lucas 6: 16).

Es razonable suponer que el autor de la Epístola de Santiago es una de las personas cuyo nombre aparece en el registro de las Escrituras, y no otro Jacobo (Santiago) completamente diferente de los conocidos. El tono de la introducción (cap. 1:1) sugiere que el autor habla como uno que es bien conocido por aquellos a los que se dirige, y que lo hace con autoridad reconocida.

Aunque de acuerdo con el relato de los Evangelios, los doce estaban íntimamente relacionados con el Señor, Jacobo el hijo de Zebedeo era el más destacado de los dos apóstoles de ese nombre. Sin embargo, muy pocos autores le han atribuido la epístola a él. Y aun esta posibilidad parece quedar eliminada por su muerte temprana (44 d. C.) y por el hecho adicional de que la introducción (cap. 1: 1) parece indicar que había sólo un Santiago (Jacobo) prominente en la iglesia en el tiempo cuando se escribió la epístola, y no dos o más.

El segundo apóstol llamado Jacobo (Santiago) era hijo de Alfeo, quien es claramente identificado cuatro veces mediante el nombre de su padre (Mateo 10: 3; Marcos 3: 18; Lucas 6: 15; Hechos 1: 13). Se ha debatido mucho si este Jacobo es también "Jacobo el menor" (Marcos 15:40). Si así fuese, su padre se llamaba Alfeo y su madre María, y tenía un hermano llamado José (Mateo 27: 56; Marcos 15: 47; 16: 1; Lucas 24: 10). Pero en otro lugar esta María es llamada la mujer de Cleofas (Juan 19: 25). Aunque se ha tratado de identificar a Cleofas (Lucas 24: 18) con Alfeo mediante el vocablo arameo Jalpai, equivalente a Alfeo, es una identificación dudosa. Parece mejor llegar a la conclusión de que los nombres Jacobo hijo de Alfeo, y Jacobo "el menor" no se refieren al mismo hombre.

Además de estas personas llamadas Jacobo, los autores de los Evangelios se refieren a otro Jacobo, el primero que se nombra y, por lo tanto, probablemente el mayor de los cuatro hermanos de Jesús (Mateo 13: 55; Marcos 6: 3). Como Jacobo "el menor", tenía un hermano llamado José y la madre de ambos (más bien madrastra¹) se llamaba María. Pero parece sumamente improbable que un Jacobo deba ser identificado con el otro, y también muy dudoso que se haga referencia a la madre de Jesús como "María la madre de Jacobo y de José" (Mateo 27: 56). Jacobo el hermano de Jesús aparece con seguridad sólo en Gálatas 1: 19, donde Pablo afirma que en su primera visita a Jerusalén, después de su conversión, de todos los apóstoles sólo vio a Cefas (Pedro) y a "Jacobo el hermano del Señor".

Sin embargo, en otros pasajes del NT se hace mención a un dirigente de la iglesia llamado Jacobo, cuyo nombre no está acompañado por ninguna otra identificación. Se destaca por primera vez en los Hechos después de la muerte de Jacobo el hijo de Zebedeo. Después de esto es evidente que sólo había un dirigente de suficiente capacidad para ser conocido como Jacobo, sin ninguna otra identificación. Referencias subsiguientes a este Jacobo lo caracterizan como una figura destacada. Cuando Pedro fue librado de la prisión de Herodes, pidió que se informara de su liberación a Jacobo (Hechos 12:17). Jacobo presidió el concilio de la iglesia en Jerusalén y pronunció la decisión final (Hechos 15: 13, 19). Pablo informó a Jacobo acerca de su obra (Hechos 21: 18), y Jacobo dio autorización para visitar iglesias (Gálatas 2: 9). Este también podría ser el Jacobo a quien se le apareció Cristo, de un modo especial, después de su resurrección (1 Corintios 15: 7), quizá para darle instrucciones particulares acerca de sus futuras responsabilidades. Finalmente Pablo lo menciona primero como una de las tres "columnas" de la iglesia primitiva (Gálatas 2: 9). Teniendo en cuenta todo esto, este Jacobo parece ser la persona más indicada para presentarse ante la iglesia en general refiriéndose a sí mismo sencillamente como "Santiago (Jacobo), siervo de Dios y del Señor Jesucristo" (Santiago 1: 1).

Queda, pues, en pie la pregunta si este Jacobo era el hijo de Alfeo, o el hermano del Señor.

En favor de identificarlo como hijo de Alfeo, está el hecho de que parece extraño que se mencione por nombre a un Jacobo entre los doce (Hechos 1: 13-14), para que poco después desaparezca del relato sin que se tenga siquiera noticia de su muerte, mientras que otro del mismo nombre aparece en forma destacada (Hechos 12: 17) sin ninguna palabra de introducción.

Por otro lado, pueden presentarse algunas evidencias para identificar a este hombre con Jacobo el hermano del Señor. La referencia que hace Pablo en Gálatas 2:9 a Jacobo, el dirigente de la iglesia, poco después de que lo menciona como "el hermano del Señor" en Gálatas 1: 19, da la impresión -aunque no se pueda probar- de que estos dos Jacobos son el mismo. Además, el relato que presenta Josefo de la muerte de Jacobo, el hermano del Señor, sugiere que era uno de los dirigentes de la iglesia (Josefo, Antigüedades xx. 9. 1). La tradición cristiana, por lo menos desde el siglo II, identifica a Jacobo, el dirigente de la iglesia de Jerusalén, como el hermano del Señor (Hegesipo, citado por Eusebio, Historia eclesiástica ii. 23).

Los escritores cristianos más antiguos presentan un laberinto de discrepancias, contradicciones y conclusiones personales acerca del autor de esta epístola. Sus errores se deben principalmente a una incorrecta identificación de Jacobo "de Alfeo" con Jacobo "de José", y a la conclusión no probada de que el Jacobo de Gálatas 1:19 es el mismo de Gálatas 2: 9.

Josefo declara que la muerte de Jacobo, "el hermano de Jesús, que era llamado Cristo", ocurrió después de la muerte de Festo y antes de la llegada de Albino, su sucesor (62 d. C.), y que Jacobo fue apedreado (Antigüedades xx. 9. 1). Tomada al pie de la letra, esta afirmación parece ser un registro fidedigno de la muerte de Jacobo "de José", aunque Eusebio aplica esto a Jacobo "el justo", dirigente de la iglesia de Jerusalén (Historia eclesiástica ii. 23), y usa otra cita que no se halla en ningún otro texto conocido de Josefo.

Además, Eusebio declara que los libros divinos muestran que Jacobo, que primero recibió de Cristo y de los apóstoles el episcopado de Jerusalén, era "un hermano de Cristo" (Id. vii. 19), y presenta a la Biblia como autoridad. Cita a Pablo como si identificara a Jacobo "el justo" con Jacobo "el hermano del Señor" (Id. ii. 1), con lo que hace decir otra vez a sus fuentes de información más de lo que dicen. Sin embargo, en otro lugar Eusebio se refiere a Jacobo como a uno de los supuestos hermanos del Salvador, y afirma que era uno de los setenta. Identifica a Jacobo como "hermano del Señor", "hijo de José" y "el justo" (Ibíd.). Afirma que Jacobo fue martirizado inmediatamente antes de la caída de Jerusalén (70 d. C.), y dice que Simeón, hijo de Cleopas, y según algunos primo del Salvador, fue su sucesor en el "trono de la diócesis" de Jerusalén (Id. iii. 11). Así contradice la fecha que da Josefo para la muerte de Jacobo. Presenta otras referencias a Simeón como hijo de Cleopas y a Judas como hermano de Cristo según la carne (Id. iii. 19-20, 22, 32). Cita a Hegesipo en apoyo de sus conclusiones, de que Simeón era hijo de Cleopas, y que Cleopas era tío del Señor (Id. iii. 32). Otra vez cita a Hegesipo como que hubiera afirmado que Simeón era primo de Jacobo (Id. iv. 22). Cita el famoso relato de Hegesipo en cuanto a la vida y la muerte de Jacobo, aunque por el contexto fácilmente se ve que esa narración es mutilada y sumamente exagerada (Id. ii. 23).

Eusebio cita a Clemente en apoyo de su teoría de que hubo dos hombres de nombre Jacobo: uno, "el justo", muerto a golpes con un palo de batanero; el otro, decapitado (Id. ii. 1). Identifica al primero como hermano del Señor, aunque Clemente mismo no lo dice. En el mismo pasaje cita a Clemente como que hubiera dicho: "Después de la ascensión del Salvador... Pedro, Santiago [Jacobo de Zebedeo] y Juan no por ello disputaron entre sí acerca del primer grado de honor, sino que eligieron obispo de Jerusalén a Santiago [Jacobo], apellidado el justo".

En la obra apócrifa denominada Evangelio según los hebreos, se dice que Jacobo el justo había hecho un juramento de no comer pan desde el tiempo en que el Señor bebió de la copa hasta que lo viera resucitado de los muertos. Esto evidentemente lo coloca entre los doce en la última cena. Después se registra en esa obra la aparición de Jesús de la siguiente manera: Jesús "tomó pan, lo bendijo, lo partió, lo dio a Jacobo el justo, y le dijo: 'Mi hermano, come tu pan, pues el Hijo del Hombre ha resucitado de los muertos"'. El uso de las palabras "mi hermano" se interpreta que quiere decir que este Jacobo era el hermano del Señor. Es obvio que nada de este material extrabíblico puede ser de mucha ayuda para identificar al autor de esta epístola.

El problema más serio que quizá está implicado en la identificación del autor de la epístola como el hermano del Señor, es el hecho de que el lenguaje y el estilo de la carta indican que su autor era un hombre de ciertos conocimientos en composición literaria griega. No sólo posee un rico vocabulario, sino que su estilo sigue a propósito la forma literaria griega conocida como "diatriba": una plática popular de tono ético. Hasta donde se sepa del hermano del Señor, nada indica que tenía antecedentes para una obra tal, pues era el hijo de un carpintero galileo y, sin duda, completamente judío en su cultura. Sin embargo, no se puede llegar a una conclusión definida en este punto, pues los argumentos se basan más en lo que no se sabe que en lo que se sabe.

En conclusión, se puede decir que aún no se ha definido la paternidad literaria de la Epístola de Santiago. El autor era probablemente uno de los tres principales personajes que llevan el nombre de Jacobo (Santiago) en el NT.
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¹ "Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar" (Mateo 12: 46).

Sus hermanos
Parecería que los Evangelios sugieren que se trata de hijos de José tenidos en un matrimonio anterior. El que Jesús confiara a su madre al cuidado de Juan (Juan 19: 26-27) podría indicar que los hermanos (y las hermanas) de Jesús no eran hijos de María. Por su proceder para con Jesús y por la forma en que lo consideraban, parecería que eran mayores que él. Intentaron impedir su obra (Marcos 3: 21), le hablaron con palabras hirientes (Juan 7: 3-4) y en otras formas interfirieron su misión (cf. Marcos 3: 31), como sólo se habrían atrevido a hacerlo hermanos mayores. La tradición cristiana afirma que los hermanos eran hijos de José pero no de María. Aunque estos "hermanos" no siempre creyeron en Jesús (Juan 7: 3-5), al menos algunos más tarde lo aceptaron y se contaron entre sus seguidores (Hechos 1: 14)

31.01. SANTIAGO - Título

Es probable que esta epístola, como las otras del NT, por ser una carta, originalmente no tuviera ningún título.

El Códice Sinaítico, uno de los manuscritos más antiguos en donde se halla la Epístola de Santiago, no tiene título al comienzo de la carta; pero termina con la añadidura "Epístola de Santiago".

Otros manuscritos antiguos tienen el sencillo título en griego, ΙΑΚΩΒΟΥ ΕΠΙΣΤΟΛΗ [IAKÔBOU EPISTOLÊ] ("Epístola de Santiago").

Manuscritos posteriores dan a esta epístola el título de general o católica, porque está dirigida a toda la iglesia y no a una comunidad específica o a una persona.

Eusebio se refiere a la Epístola de Santiago como a la primera de las siete epístolas llamadas "católicas", en el sentido de "generales" o "universales" (Historia Eclesiástica, Libro II. Cap. XXIII. 25). Eran llamadas así porque estaban dirigidas a la iglesia en general, aunque esto no es completamente apropiado cuando se aplica a 2 y 3 Juan, que fueron dirigidas a personas.

Las siete epístolas desde Santiago hasta Judas estaban colocadas juntas después de Hechos en todos los primeros manuscritos, precediendo a las epístolas de Pablo.

El orden de las epístolas generales, como aparecen en las Biblias modernas, es el que generalmente se encuentra en los manuscritos principales.