EL DIOS QUE YO CONOZCO

4.04. Papiros de Bodmer (P66, P75, P72, P74)

La importancia de estos descubrimientos no fue menor que la de la publicación de los papiros de Bodmer entre 1956 y 1961.

Esta colección lleva el nombre de Martin Bodmer, bibliófilo y humanista suizo, fundador de la Biblioteca Bodmer de Literatura Mundial en Coligny, suburbio de la ciudad de Ginebra, quien los compró a un comerciante en antigüedades egipcio.

Además de incluir obras clásicas, apócrifas y de la época cristiana primitiva, la colección comprende manuscritos bíblicos en griego y en copto. Los MS del NT son de importancia capital.

El papiro Bodmer II, denominado P66, fue publicado en 1956 por Victor Martin, profesor de filología clásica de la Universidad de Ginebra. Este manuscrito contiene desde Juan 1:1 hasta 14:15; le falta sólo el pasaje de Juan 6:12-35a.

Según el estudio paleográfico que realizó, Martin fechó el manuscrito por el año 200 d. C.

Por su parte, Herbert Hunger, director de las colecciones papirológicas de la Biblioteca Nacional de Viena, propuso una fecha anterior, como a mediados del siglo segundo.

Según estas fechas, el papiro tendría por lo menos 125 años más que los grandes unciales que mencionaremos más adelante.

El P66 es el mejor preservado de todos los papiros bíblicos y viene de unos cien años después que el cuarto Evangelio fue escrito. Por lo tanto, debe ser considerado como importante testigo de la forma original del Evangelio. Las cien páginas publicadas miden unos 15 por 14 cm. En 1958 se publicaron los fragmentos de las 46 páginas restantes. En 1962 se publicó una copia facsímile de todo el manuscrito.

Los papiros Bodmer XIV y XV, denominados P75 contienen importantes secciones de Lucas y Juan. Fueron publicados en 1961 por V. Martin y P. Kaiser, quienes les asignaron una fecha entre 175 y 225 d. C. Constan de 102 páginas de las originales (que deben haber sido como 144); cada una de ellas mide como 27 por 13 cm. Incluye desde Lucas 3:18 hasta 18:18, y desde Lucas 22:4 hasta Juan 15:8.

Básicamente el texto coincide con el del Códice Vaticano y con los manuscritos sahídicos de la versión copta. Es posible que sea algo más antiguo que P66, y su texto parece ser mejor que el de aquél. Ambos manuscritos son del tipo alejandrino. El P75 se asemeja más al Códice Vaticano, mientras que el P66 se parece más al Códice Sinaítico aunque tiene en ciertos puntos textos que no se encuentran en otros manuscritos.

El papiro P75 contiene la copia más antigua del Evangelio de Lucas y probablemente la segunda en antigüedad de Juan. Este papiro es, por lo tanto, de inestimable valor. Estos MSS muestran que el tipo alejandrino de texto existía ya por el año 200 d. C.

Los papiros Bodmer VII y VIII, denominados P72, contienen las más antiguas copias que se conocen de Judas y 1ª y 2ª Pedro.

Estos libros bíblicos estaban encuadernados junto con una mezcla de otros documentos, copiados por cuatro escribas diferentes. Además de las tres epístolas, la colección contiene la Natividad de María, la Undécima Oda de Salomón, la Homilía de Melito sobre la Pascua, un fragmento de un himno, la Apología de Filias y los salmos 33 y 34.

Este códice de papiros, escrito en el siglo tercero, fue publicado por Michel Testuz en 1959. El texto de las epístolas es en esencia el del Códice Vaticano y de la versión sahídica.

El papiro Bodmer XVII, denominado P74, fue publicado en 1961 por Rodolfo Kasser. Contiene partes de Hechos, Santiago, 1ª y 2ª Pedro, 3ª Juan, y Judas. Está mal conservado, y por ser del siglo séptimo no tiene la importancia de los primeros papiros mencionados.

4.03. Papiro Rylands N.º 457 (P52)

Otro fragmento de papiro sumamente importante, descubierto en 1935, es el papiro Rylands N.º 457 (P52).

Fue comprado, junto con muchos otros fragmentos, por Grenfell, en 1920, para la Biblioteca John Rylands de Manchester, Inglaterra; pero no se reconoció su importancia hasta que C. H. Roberts lo examinó en 1935.

Este pequeño fragmento de papiro, de unos 9 por 6 cm, sólo contiene partes de Juan 18:31-33 en el anverso, y los vers. 37-38 en el reverso.

Todos los expertos en papiros concuerdan en que fue escrito en la primera mitad del siglo II, y algunos eminentes eruditos europeos lo han ubicado en el tiempo del emperador Trajano (98-117 d. C.).

Este Fragmento, aunque insignificante en tamaño, ha sido de gran valor. Hizo callar a aquellos críticos que fijaban el origen del cuarto Evangelio en la última parte del siglo II.

El hecho de que una copia del Evangelio de Juan, originalmente escrito en el Asia Menor, ya circulara a comienzos del siglo II en Egipto, favorece la opinión de que el Evangelio de Juan fue compuesto durante la era apostólica.

4.02. Códices de Papiro: P45 - P46 - P47

El códice que originalmente contenía los Evangelios y los Hechos (P45), está representado por 30 hojas incompletas con partes importantes de los cuatro Evangelios y de 14 capítulos de Hechos. Con la excepción de la porción de Mateo, se ha conservado lo suficiente como para dar un nítido cuadro de la naturaleza de este manuscrito evangélico del siglo III.

El segundo códice (P46) consiste de 86 hojas levemente dañadas que contienen las epístolas de Pablo.

Se cree que originalmente consistió de 104 hojas. La secuencia de los libros conservados es Romanos, Hebreos, 1 Corintios, 2 Corintios, Efesios, Gálatas, Filemón, Colosenses y 1 Tesalonicenses.

La colección original de libros de este códice quizá incluía 2 Tesalonicenses después de 1 Tesalonicenses; pero parece que faltaban las epístolas pastorales.

El tercer códice ( P47 ) del Nuevo Testamento, de los papiros de Chester Beatty, consiste de 10 hojas dañadas que contienen porciones de Apocalipsis 9 a 17.

Toda la obra debe haber tenido 32 hojas. Este manuscrito fue muy bien recibido, pues había muy pocos manuscritos primitivos que contuvieran el libro del Apocalipsis.

Estos tres códices de papiro, aunque son fragmentarios, tienen mucho valor pues proporcionan un texto representativo de 15 libros del Nuevo Testamento, cien años más antiguos que los textos conocidos hasta 1930.

Aunque hay grandes lagunas en estos textos, sin embargo, si los comparamos con otros manuscritos bíblicos es posible determinar qué clase de Nuevo Testamento usaba la iglesia cristiana de Egipto durante el siglo III, poco más de un siglo después de la muerte de los apóstoles.

4.01. Papiros

Por lo general, se usa el símbolo P y un numerito en alto (P¹, P² , etc.) para identificar los papiros del Nuevo Testamento.

Aunque la mayoría de las copias del Nuevo Testamento escritas durante los primeros tres siglos de la era cristiana deben haber sido hechas en papiros, hasta 1930 sólo se conocían 44 fragmentos de esos manuscritos; pero estos fragmentos, debido a su reducido tamaño, tenían poco valor para la historia del Nuevo Testamento.

No obstante, con el descubrimiento de dos importantes grupos de papiros en el siglo XX, el cuadro ha cambiado radicalmente. Por 1975 se conocían más de 80 papiros del NT, los cuales comprenden una buena parte del NT. Por el año 1930 se efectuó un descubrimiento de manuscritos que sólo ha sido sobrepujado en importancia por el hallazgo del Códice Sinaítico, realizado por Tischendorf unos 70 años antes.

En algún lugar de la provincia egipcia de Fayún - el sitio exacto del descubrimiento nunca fue revelado - algunos lugareños hallaron una cantidad de códices de papiro. Se los repartieron y los vendieron a varios coleccionistas de manuscritos europeos y americanos.

Entre los manuscritos había tres códices del Nuevo Testamento, grandes porciones de los cuales quedaron en poder de A. Chester Beatty, de Inglaterra. Otras secciones considerables fueron adquiridas por la Universidad de Michigan.

Algunos fragmentos quedaron en manos privadas en Austria, Italia y otras partes. Estos manuscritos habían sufrido mucho con el correr de los siglos, y cuando llegaron a Europa parecían ladrillos pues todas sus hojas estaban pegadas entre sí.

El Dr. Hugo Ibscher de Berlín - en ese tiempo la autoridad máxima en la conservación de papiros - desplegando una habilidad magistral y con infinita paciencia logró separar las hojas y consiguió montarlas en forma permanente y preservarlas.

Sir Federico Kenyon experto de primera línea en lo que atañe a manuscritos griegos - publicó los diez códices que contenían libros bíblicos entre 1933 y 1937.

Los tres códices del Nuevo Testamento son del siglo III, y, por lo tanto, son más o menos un siglo más antiguos que los más antiguos manuscritos del Nuevo Testamento previamente conocidos, excepto algunos pequeños fragmentos: