EL DIOS QUE YO CONOZCO

9.09. Clemente de Alejandría y el canon del NT

Clemente de Alejandría, un representante de la iglesia oriental, mostraba una inclinación más liberal hacia los escritos sagrados de lo que era habitual en el Occidente.

Además de los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, también usaba, aunque en un nivel algo inferior de autoridad, los evangelios apócrifos de los Hebreos y de los Egipcios.

Su canon del Nuevo Testamento abarcaba también 14 libros de Pablo, incluso Hebreos, que la iglesia oriental aceptaba sin vacilaciones como epístola paulina, 1 Pedro, 1 y 2 Juan, Judas, Hechos y Apocalipsis, así como la apócrifa Epístola de Bernabé, el Apocalipsis de Pedro y otros escritos no canónicos.

No se puede determinar si conocía a Santiago, 3 Juan y 2 Pedro.

Los escritos de Clemente muestran con claridad que algunos libros rechazados por la iglesia occidental como no canónicos se usaban todavía sin escrúpulos en el Oriente.

Sólo en el Occidente se hacía en ese tiempo una clara distinción entre los escritos apostólicos y los que no lo eran.

9.08. Tertuliano y el canon del NT

Un estudio de los escritos de Tertuliano revela un cuadro muy parecido al de Irineo respecto a su canon del Nuevo Testamento.

Aunque citaba la Epístola a los Hebreos, no la consideraba como canónica, pues pensaba que había sido escrita por Bernabé (Sobre el recato cap. 20).

Tertuliano aceptó el Pastor de Hermas durante sus primeros años, pero lo rechazó más tarde.

9.07. Ireneo y el canon del NT

Puede reconstruirse fácilmente teniendo en cuenta las numerosas citas bíblicas de Ireneo.

Reconoce los cuatro Evangelios como los únicos canónicos y los caracteriza como las cuatro columnas de la iglesia (Contra Herejías iii. 11. 8).

También acepta 13 epístolas de Pablo, 1 Pedro, 1 y 2 Juan, Hechos y Apocalipsis.

Ireneo no cita de Hebreos, Santiago y 2 Pedro, y quizá hayan estado ausentes de su colección de libros del Nuevo Testamento.

Tampoco menciona 3 Juan y Judas, pero eso puede haber sido accidental, pues ambas son muy cortas.

Pero es evidente que Ireneo consideraba al Pastor de Hermas como canónico pues introduce una cita de esa obra con las palabras: "La Escritura declaró" (Id., iv. 20. 2).

9.06. El Fragmento Muratoriano

La lista sistemática más antigua de libros del Nuevo Testamento que se conoce es el Fragmento Muratoriano, que recibe su nombre de su descubridor, L. A. Muratori, quien la encontró en la biblioteca de un monasterio de Milán en 1740.

Faltan el principio y el fin del documento, su latín es bárbaro y pésima su ortografía.

Por lo general los eruditos han llegado a la conclusión de que este fragmento originalmente fue escrito en Roma a fines del siglo II.

Presenta una lista de los libros que podían ser leídos públicamente en la iglesia y también menciona varios libros que no debían ser leídos.

En la porción que falta en el comienzo del Fragmento Muratoriano había evidentemente una observación acerca de Mateo; seguía una nota acerca de Marcos de la cual sólo se ha conservado una línea. Como Lucas es llamado el tercer Evangelio y Juan el cuarto, sin duda Mateo encabezaba la lista.

A continuación sigue Hechos de los Apóstoles, y después vienen las epístolas en este orden: 1 y 2 Corintios, Efesios, Filipenses, Colosenses, Gálatas, 1 y 2 Tesalonicenses, Romanos, Filemón, Tito, 1 y 2 Timoteo.

También incluye Judas y 1 y 2 Juan. Se han omitido Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro y 3 Juan.

Hay otros libros que son puestos en duda o se rechazan completamente.

En el Fragmento se declara que aunque el Apocalipsis de Pedro (no debe confundirse con las epístolas de Pedro) es aceptado por algunos, otros pensaban que no debía ser leído en las iglesias.

Terminantemente se niega un lugar en el canon a las epístolas a los Laodicenses, a los Alejandrinos y al Pastor de Hermas.

Acerca del Apocalipsis se declara en el Fragmento, que aunque Juan escribió a las siete iglesias, habló a todas.