El Nuevo Testamento revela que el idioma griego común también era rico en palabras de origen extranjero.
Del latín tomó: centurio, “capitán”, que aparece como κεντυρίων [kenturíôn] en el Nuevo Testamento (Marcos 15: 39), y que a veces se usa en vez de la legítima palabra griegaἑκατοντάρχης [hekatontárchês];
census, “impuesto”, κῆνσος [kênsos] (Mateo 17: 25); titulus “título”, τίτλος [títlos] (Juan 19: 19, 20).
Además del latín, otros idiomas prestaron palabras a los escritores del Nuevo Testamento, como γάζα [gáza] “tesoro” (Hechos 8:27), que viene del persa; κύμινον [kúminon], “comino” (Mato 23:23), del malayo; βύσσος [bússos], “lino” (Lucas 16:19, Apocalipsis 18:12), del fenicio;βάϊον [báïon], “rama de palmera” (Juan 12:13), del egipcio; νάρδος [nárdos], “nardo”, del sánscrito; y ῥέδη [rhédê], “carruaje de cuatro ruedas” (Apocalipsis 18:13), del celta.
Recibieron un nuevo significado muchas palabras que son del griego clásico. Por ejemplo,λαλιά [laliá], que en la literatura clásica significa “vano parloteo”, “locuacidad”, recibió la nueva definición de “dicho”, “lenguaje” (Mateo 26:73; Juan 4:42; 8:43); δαιμονίον [daimoníon], el “dios” de los autores clásicos, llegó a significar “espíritu malo”; y κοίμησις [koímêsis], “sueño natural”, se le dio la acepción de “muerte” (en Juan 11:13 aparece en el caso genitivo τῆςκοιμήσεως [tês koimêseôs] “del reposo”).
En el diccionario del koiné entraron algunas palabras procedentes de la administración civil y militar romana. Entre ellas, ῥάβδουχος [rhábdouchos], literalmente “que lleva la vara”, el lictor (“alguacil”, Hechos 16:35 – caso acusativo τοὺς ῥαβδούχους [toús rhabdoúchous]) que llevaba las insignias romanas ante los magistrados; y χιλίαρχος [chilíarchos], (Juan 18:12) el comandante de un millar de soldados, que era el tribunus militum de la jerarquía militar romana.