Clemente de Alejandría, un representante de la iglesia oriental, mostraba una inclinación más liberal hacia los escritos sagrados de lo que era habitual en el Occidente.
Además de los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, también usaba, aunque en un nivel algo inferior de autoridad, los evangelios apócrifos de los Hebreos y de los Egipcios.
Su canon del Nuevo Testamento abarcaba también 14 libros de Pablo, incluso Hebreos, que la iglesia oriental aceptaba sin vacilaciones como epístola paulina, 1 Pedro, 1 y 2 Juan, Judas, Hechos y Apocalipsis, así como la apócrifa Epístola de Bernabé, el Apocalipsis de Pedro y otros escritos no canónicos.
No se puede determinar si conocía a Santiago, 3 Juan y 2 Pedro.
Los escritos de Clemente muestran con claridad que algunos libros rechazados por la iglesia occidental como no canónicos se usaban todavía sin escrúpulos en el Oriente.
Sólo en el Occidente se hacía en ese tiempo una clara distinción entre los escritos apostólicos y los que no lo eran.