Mateo presenta a Jesús como el gran Maestro y exponente de la verdad divina.
Marcos lo presenta como el Hombre de acción, poniendo énfasis en sus milagros como una manifestación del poder divino que atestigua que es el Mesías.
Lucas pone a Jesús en contacto íntimo con las necesidades de la gente, destacando el aspecto humano de su naturaleza y presentándolo como el Amigo de la humanidad.
Juan presenta a Jesús como el divino Hijo de Dios.
Como Mateo escribió en primer lugar para la gente de ascendencia judía, presenta la genealogía de Jesús a partir de Abrahán, el fundador de su nación; pero Lucas, que escribe para la gente de todas las razas, presenta la genealogía de Jesús partiendo de Adán, padre de la raza humana.
Lucas, más que ningún otro evangelista, se refiere a los incidentes que destacan el interés y el ministerio de Jesús por los gentiles. Menciona también más que los otros evangelistas a los centuriones romanos, y lo hace siempre en forma favorable.
La visión del mundo que tiene Lucas se hace evidente en sus escritos sobre las apelaciones de Pablo a los gentiles (Hechos 14: 15-17; 17: 22-31).
En los escritos de Lucas apenas si se hallan rastros del exclusivismo Judío, pero sí puede descubrirse de vez en cuando en Mateo y Marcos.
Una evidencia más de que Lucas fue el escritor del Evangelio que lleva su nombre, puede verse en los términos médicos que aparecen frecuentemente en su libro (Lucas 4:38; 5:12; 8:43, etc.), los cuales podrían indicar que su autor era médico (Colosenses 4: 14).