Pedro tenía un propósito pastoral al escribir esta epístola.
La urdimbre con la cual se entrelaza la trama del consejo del apóstol, es el peligro de la persecución, la inminencia del "fuego de prueba" (cap. 4: 12) y la certidumbre de los tiempos difíciles en los cuales vivían los creyentes.
Teniendo en cuenta tal situación, Pedro procura fortalecer la fe de sus lectores. Los exhorta a una conducta intachable, a ser ciudadanos ejemplares, a testificar lealmente por Cristo y a prepararse debidamente para encontrarse con su Señor.
Para ayudarlos a alcanzar estas metas, incluye consejos específicos para los criados (cap. 2: 18), las esposas (cap. 3: 1-6) los maridos (cap. 3: 7), los ancianos (cap. 5: 1-4) y los miembros más jóvenes de la iglesia (cap. 5: 5-9).
A través de toda la carta se vinculan un tierno espíritu con firme sentido de liderazgo, ambos santificados mediante un elevado concepto de Cristo.