EL DIOS QUE YO CONOZCO

3.02. Pergamino

Los manuscritos más famosos y mejor conservados del Nuevo Testamento no están escritos en papiros sino en pergaminos, material hecho con el cuero de cabritos, ovejas, becerros y antílopes. Esos cueros eran curtidos con cal, limpiados, raspados, alisados y extendidos sobre una armazón.

Aunque este proceso se usó durante siglos para curtir cueros, los habitantes de Pérgamo se especializaron tanto en ese oficio durante el siglo II a. C. que ese material recibió el nombre de esa ciudad. Por eso en español decimos "pergamino".

Un manuscrito en pergamino era llamado por los griegos διφθερα [diphthera], y los romanos le daban el nombre de membrana, palabra latina transliterada al griego que usa Pablo en 2 Tim. 4:13 "Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos - μεμβρανας [membranas]".

Durante la última parte del período imperial romano, los pergaminos sustituyeron a los papiros hasta tal punto que éstos perdieron su importancia. Por eso los manuscritos bíblicos producidos en ese tiempo, como el Códice Vaticano y el Códice Sinaítico del siglo IV, están escritos en pergaminos.

Eusebio, el historiador eclesiástico, refiere que en 331 d. C. el emperador Constantino ordenó que se prepararan 50 copias de las Escrituras en pergaminos para las iglesias de Constantinopla, la nueva capital del imperio (Vida de Constantino iv. 36).

Los códices de pergamino por lo general se hacían superponiendo cuatro hojas rectangulares, doblándolas por el medio y uniéndolas con una costura en el doblez. Estas secciones eran luego encuadernadas como un libro moderno. Básicamente, este es el método que aún se usa para encuadernar los libros.

La tinta para escribir sobre pergaminos no era por lo general la tinta a base de carbón u hollín que se usaba en los papiros, pues ésta podía borrarse fácilmente, sino una tinta hecha con hierro y bilis o hiel de animales.

La pluma fina semejante a una brocha, usada para los papiros, fue reemplazada en el período griego y romano por la pluma dividida en el centro, hecha de caña o de metal.

Las líneas horizontales, espaciadas uniformemente e impresas sobre el pergamino con un punzón metálico, daban a la escritura una apariencia uniforme, y las verticales similares señalaban el ancho de las líneas escritas y los márgenes. El efecto de las impresiones de la escritura eran visibles en el reverso como líneas en alto relieve, y por esto sólo se usaba un lado para escribir.

Los que copiaban la mayor parte de los manuscritos en pergamino eran escribas profesionales. Si se hacía un pedido especial se podían conseguir ediciones de lujo en hojas de pergamino muy fino. En esos casos se escribía con sumo cuidado y las letras iniciales eran verdaderas obras de arte.

Algunos pergaminos eran teñidos de color púrpura y estaban escritos con tinta de plata u oro, como pueden verse algunos ejemplares en las bibliotecas de Patmos, Leningrado, Viena, Londres y Roma. En la Edad Media con frecuencia se añadían cuadros en miniatura a estos textos.

Los pergaminos eran costosos, y con frecuencia en tiempos de dificultades económicas se los usaba de nuevo. El manuscrito era lavado con jabón y agua, y si lo que estaba escrito no desaparecía con ese procedimiento, era raspado con piedra pómez y cuchillos hasta que se eliminaba la mayor parte de la escritura anterior.

Un manuscrito escrito en un pergamino usado anteriormente recibe el nombre de codex rescriptus: "códice escrito de nuevo", o palimpsesto: "raspado de nuevo".

El texto anterior, que se borraba, era por lo general el más importante por ser el más antiguo. Esos palimpsestos son, con frecuencia, muy difíciles de descifrar, y su restauración requiere un estudio paciente y cuidadoso auxiliado por el empleo de fotografías infrarrojas. Los dos manuscritos bíblicos más famosos de este tipo son el Códice de Efrén, que está en París, y un manuscrito de los Evangelios en siríaco, del monasterio de Santa Catalina, del monte Sinaí.

Los pergaminos continuaron siendo el material más importante para escribir hasta el siglo XVI, pues desde entonces cedieron su lugar al papel. Los chinos inventaron el papel en el siglo II a. C., y aunque los árabes lo introdujeron en el mundo occidental en el siglo VIII d. C., su uso no se generalizó hasta el siglo XIII.