EL DIOS QUE YO CONOZCO

11.02. La Epístola a los Hebreos

La Epístola a los Hebreos tampoco fue aceptada del todo en la iglesia de Occidente hasta la segunda mitad del siglo IV. La principal razón para esta demora radicó en que se discutía su paternidad literaria.

Los padres latinos de los siglos III y IV no mencionaban la epístola o rechazaban a Pablo como su autor. Por eso está excluida del Catálogo Claromontano, a menos que figure allí como "Epístola de Bernabé", lo que es posible, pero poco probable.

A pesar de todo, los grandes teólogos y dirigentes eclesiásticos latinos de la última parte del siglo IV fueron decididamente influidos por la teología griega del Oriente, donde nunca se había dudado de que Pablo fuera el autor de Hebreos.

Por eso Jerónimo, Hilario de Poitiers, Lucifer de Cagliari, Vigilio de Tapso, Ambrosio, Agustín y otros dirigentes del Occidente comenzaron a aceptar la canonicidad de Hebreos.

Esta tendencia fue legalizada en el sínodo de Roma en 382 d. C. que declaró que en el canon hay 14 cartas de Pablo. Los concilios posteriores de Hipona y Cartago también reconocieron que Hebreos es una epístola paulina.

En su canon del Nuevo Testamento, Agustín, tal como lo presenta en su obra De doctrina cristiana (II. 8, 12-14), no difiere en nada del canon de Atanasio de Alejandría contenido en su 39.a Carta Pascual .

Desde este tiempo en adelante, las iglesias latina y griega tuvieron el mismo canon del Nuevo Testamento de 27 libros.