EL DIOS QUE YO CONOZCO

33.02. 2 PEDRO - Autor

Desde los primeros años se ha debatido mucho en cuanto al autor de 2 Pedro.

Orígenes (c. 185 d. C.-c. 254 d. C.), el escritor más antiguo que dio nombre a esta epístola, expresa dudas en cuanto a su autenticidad (Eusebio, Historia eclesiástica, Libro VI. 25.8).

Jerónimo (c. 340-420 d. C.) dice que habían surgido preguntas en cuanto al estilo de la epístola. ("He wrote two epistles which are called Catholic, the second of which, on account of its difference from the first in style, is considered by many not to be by him". Jerome, Lives of Illustrious Men, Chapter I, Simon Peter).

Otros padres de la iglesia albergaron grandes dudas en cuanto a ella, o la rechazaron por completo.

Eusebio dice: "Por lo que toca a Pedro, una epístola suya, que suele llamarse primera, es admitida como legítima por todos sin controversia alguna. De su testimonio, como situada fuera de toda duda, han usado frecuentísimamente en sus escritos los obispos antiguos. La llamada segunda, sin embargo, no ha sido incluida entre los libros sagrados del Nuevo Testamento, según hemos sabido de los mayores. No obstante, como a muchos ha parecido útil, es leída con interés al mismo tiempo que los demás escritos de la sagrada Escritura" (Eusebio, Historia eclesiástica, Libro III. 3.1).

No hay citas directas de 2 Pedro en los escritos cristianos de los dos primeros siglos, sino sólo alusiones aisladas que sugieren que era conocida.

En la iglesia de Antioquía se expresaron dudas muy definidas sobre esta epístola, principalmente porque junto con 2 Juan, 3 Juan, Judas y el Apocalipsis, no está en la Peshito (siríaca).

La segunda Epístola de Pedro no fue aceptada en el canon sino tardíamente.

2 Pedro, es el libro del NT que quizá haya sido declarado por un mayor número de eruditos como posterior a la época apostólica y, por lo tanto, falso. Las principales razones para esta opinión son las siguientes:

El lenguaje y estilo de 2 Pedro son bastante diferentes de 1 Pedro.

En 2 Pedro se coloca en un nivel especial a las epístolas de Pablo, pues se refiere a éstas no sólo como a una colección sino como que indudablemente eran parte de las "Escrituras" (2 Pedro 3: 15-16); es decir, que tenían igual inspiración y autoridad que el AT. Muchos eruditos creen que era difícil que las epístolasde Pablo ya se hubieran coleccionado durante la vida de su autor o de la de Pedro, y que hubieran sido recogidas de las diversas iglesias a las cuales habían sido enviadas. Afirman que con seguridad durante ese tiempo no podrían haberse considerado como parte de las Escrituras.

Pero antes de que se pueda llegar a una decisión en cuanto a la autenticidad de 2 Pedro, deben tenerse en cuenta varios factores que favorecen la idea de que fue escrita por el apóstol Pedro.

En primer lugar, o 2 Pedro fue escrita por el apóstol, o es sin duda una falsificación. No sólo comienza en la forma común: "Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo", para identificar a su autor, sino que el que la escribió afirma que fue uno de los que estuvieron con Cristo en el monte de la transfiguración (2 Pedro 1: 17-18; cf. Mat. 17: 1). El autor no puede ser otro sino el apóstol Pedro, a menos que se trate de una evidente falsificación.

Aunque es un hecho que el estilo del lenguaje de 2 Pedro es diferente del de la primera epístola, puede explicarse razonablemente, pues es probable que Pedro -un palestino de poca cultura, cuya lengua materna era el arameo- sin duda recurrió a la ayuda de un secretario para la redacción de una epístola que fue escrita en griego. Si Pablo -que manejaba la lengua griega con soltura- evidentemente usó secretarios, es aún más lógico suponer que Pedro hubiera buscado la ayuda de secretarios y que éstos hubieran influido mucho en la redacción de sus cartas en griego. De modo que dos secretarios diferentes muy bien pudieron haber escrito dos epístolas con diferente redacción.

En cuanto a la cuestión de la referencia de Pedro a las epístolas de Pablo, debe reconocerse que no se sabe con exactitud cuándo comenzaron a circular las epístolas de Pablo, ya sea separadamente o como una colección. Aunque por lo general los eruditos creen que esto debe haber ocurrido en la segunda mitad del siglo I, en realidad no hay ninguna prueba de que esto no sucedió durante la vida de Pablo y Pedro. Al considerar la extensión e intensidad de la actividad misionera de Pablo y su consiguiente importancia en la iglesia apostólica, y el hecho de que se encontró repetidas veces con Pedro, no parece irrazonable concluir que las cartas de Pablo quizá circularon aun antes de la muerte de este apóstol.

El otro problema, o sea que Pedro clasificó las epístolas de Pablo como pertenecientes a las "Escrituras", no puede considerarse como una prueba absoluta de una fecha tardía para esta epístola. No hay ninguna prueba de que Pedro no pudiera ni debiera haber reconocido esas epístolas como divinamente inspiradas. Pablo creía que escribía guiado por la inspiración del Espíritu Santo (ver 1 Corintios 7: 40; 1 Timoteo 4: 1), y no sería irrazonable pensar que Pedro lo reconociera como un hecho, y por eso hubiera clasificado los escritos de Pablo entre las obras inspiradas que pertenecían a la iglesia.

Otra cuestión relacionada con 2 Pedro es su relación con la Epístola de Judas.

Una comparación cuidadosa de 2 Pedro 2: 1 a 3: 3 con Judas 4-18 revela que estos dos libros tienen muchos pasajes en común. Aunque muchos eruditos han llegado a la conclusión de que el autor de 2 Pedro se apoyó en Judas, sin embargo Judas 17-18 parece ser una referencia directa a 2 Ped.3: 2-3. Si así fue, sería evidente la prioridad de 2 Pedro por su autoridad apostólica. Sin embargo, no se puede recurrir a este argumento para probar la autenticidad de 2 Pedro porque no se ha establecido la relación exacta entre las dos epístolas.

Aunque los argumentos contra la autenticidad de 2 Pedro tienen peso cuando se los considera desde un punto de vista puramente científico, no pueden ser considerados como pruebas. Y cuando los asertos del libro mismo son considerados desde un punto de vista espiritual, son una poderosa razón para rechazar cualquier teoría que relegue la epístola a los días posteriores a los apóstoles, especialmente si se considera que muchos de los aparentes problemas de la paternidad literaria de Pedro pueden explicarse satisfactoriamente.