Los escritores del Nuevo Testamento disponían de diversos materiales para escribir.
El pueblo generalmente escribía en fragmentos de alfarería (ostracones), en tablillas de madera recubiertas de cera, en cuero y pergaminos, y en papiros.
Cuando se trataba de documentos más extensos o de obras literarias, como es el caso de los libros del Nuevo Testamento, el papiro era el material de escritura más barato y más frecuentemente usado.