Las grandes diferencias entre las diversas traducciones latinas antiguas hizo necesaria una revisión completa.
Esta tarea fue emprendida por Jerónimo bajo el patrocinio de su amigo, el papa Dámaso.
Jerónimo usó el antiguo texto latino de tipo europeo y lo corrigió de acuerdo con los manuscritos griegos.
Comenzó su obra con el Nuevo Testamento alrededor del año 382 d. C. En 405 ya había traducido también el Antiguo Testamento.
Como su obra era patrocinada por Roma, la traducción de Jerónimo desplazó gradualmente a versiones anteriores, y finalmente recibió el honroso título de Vulgata "la común".
Sin embargo, su aceptación no fue posible hasta que se hicieron algunas modificaciones en su texto. Por lo tanto, la Vulgata que conocemos hoy no es, de ninguna manera, una obra exclusiva de Jerónimo.