Durante el siglo III hubo en la iglesia oriental una controversia en cuanto al Apocalipsis.
Los cristianos ortodoxos no habían cuestionado antes la autenticidad de ese libro; siempre lo habían aceptado como inspirado y apostólico, y Orígenes no había expresado dudas en cuanto a la autoridad del Apocalipsis; pero sus seguidores atacaron este libro con vehemencia.
Especialmente se destacó Dionisio, obispo de Alejandría, quien escribió un tratado en el cual intentaba refutar la paternidad literaria apostólica del libro.
Los teólogos alejandrinos parecen haber atacado el Apocalipsis porque su vívida descripción de la realidad del castigo y del reino celestial no concordaba con su teología alegórica y espiritualizada.
Como resultado de esa controversia fue sacudida la fe que muchos cristianos tenían en el Apocalipsis, y por más de un siglo la iglesia oriental no estuvo segura de si ese libro debía aceptarse o no.