Un factor importante para dilucidar la cuestión del canon en la iglesia griega fue la declaración de Atanasio de Alejandría en su 39.a Carta festiva (367 d. C.).
Atanasio, como principal dirigente eclesiástico de su tiempo, dijo a sus obispos y al pueblo regido por esos obispos que el canon del Nuevo Testamento consistía de 27 libros.
No hizo la crítica de libro alguno ni estableció ninguna diferencia entre los libros. De todas las obras apócrifas sólo mencionó la Didachê y el Pastor de Hermas, y agregó que aunque esos dos libros no pertenecían al canon podrían ser usados para la edificación de los catecúmenos para el bautismo.
Aunque las órdenes de Atanasio sólo tenían fuerza legal en Egipto donde era reconocido como el jefe espiritual, sin embargo su personalidad era tan destacada que toda la iglesia de habla griega recibió la influencia de su veredicto.
Algunos teólogos del Oriente rechazaron el Apocalipsis hasta el mismo siglo V; pero el canon de Atanasio de 27 libros vino a ser la norma reconocida.