Pablo visitó por lo menos tres veces a la iglesia de Corinto y le escribió tres epístolas; quizá cuatro. La primera visita que hizo durante su segundo viaje misionero, alrededor del año 51 d. C., duró un año y medio (Hechos 18: 11). En ese tiempo fundó y organizó la iglesia, y continuó relacionándose con ella de vez en cuando mediante enviados suyos (2 Cor. 12: 17). Su primer, contacto escrito con ella se menciona en 1 Cor. 5: 9. Actualmente se considera que ese documento se perdió. Al final de su permanencia de más de dos años en Efeso, en su tercer viaje, escribió lo que ahora se conoce como la Primera Epístola a los Corintios (cap. 16: 8).
Por lo general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la redacción de las dos epístolas a los corintios. La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.
Por lo general se acepta que quizá transcurrió un período de varias semanas entre la redacción de las dos epístolas a los corintios. La primera fue escrita en Efeso; la segunda, en Macedonia.
Pablo había tenido el propósito de permanecer en Efeso hasta Pentecostés, e ir después a Corinto pasando por Macedonia (Hechos 19: 21); pero salió de Efeso antes de lo que se había propuesto. Esto puede haberse debido, por lo menos en parte, al levantamiento popular que casi le costó la vida (Hechos 19: 24-41). La oposición que sufrió mientras estaba en Efeso le ocasionó una gran tensión. Se refirió a los adversarios de la verdad como "bestias" (1 Cor. 15: 32), y observó que había sido abrumado "sobremanera más allá de" su fuerza y que había perdido "la esperanza de conservar la vida" (2 Cor. 1: 8). En esta condición Pablo salió de Efeso para Macedonia.
Viajó a Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia. Allí esperó el regreso de Tito, que traería un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior. Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas. Continuó su viaje a Macedonia, se encontró con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito le traía de Corinto.
Algunos piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita. El habla de una visita previa que le causó tristeza y desánimo (ver com. 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2). Después de esa visita y de haber recibido más noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2).
Pablo se refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con "mucha tribulación y angustia del corazón", y con la cual los había contristado (cap. 7: 8). Muchos eruditos piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1 Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente el espíritu y la naturaleza de esa epístola. Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta entre las dos que aparecen en el NT. Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2 Corintios. Se pueden presentar razones verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos falta una prueba objetiva. Por lo tanto, en este estudio aceptamos que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en 2 Corintios.
Viajó a Troas, el puerto de donde se debía embarcar para Macedonia. Allí esperó el regreso de Tito, que traería un informe de la respuesta de los corintios a su epístola anterior. Pero Tito no llegó en la fecha esperada, y Pablo, no hallando reposo para su espíritu debido a la preocupación que sentía por la iglesia de Corinto (2 Cor. 2: 13), no pudo aprovechar la puerta de oportunidad que se abría para la predicación del Evangelio en Troas. Continuó su viaje a Macedonia, se encontró con Tito en Filipos, y con alivio y gozo escuchó las buenas noticias que Tito le traía de Corinto.
Algunos piensan que antes de escribir esta carta, y después de su primera visita a Corinto, Pablo había regresado allí para una segunda visita. El habla de una visita previa que le causó tristeza y desánimo (ver com. 2 Cor. 2: 1; 12: 14; 13: 1-2). Después de esa visita y de haber recibido más noticias desconcertantes de Corinto (1 Cor. 1: 11), quizá mandó una carta de reproches y consejos (1 Corintios), y envió a Tito para que preparara el camino para una nueva visita que pensaba efectuar (2 Cor. 8: 6; 13: 1-2).
Pablo se refiere (cap. 2: 4) a una carta anterior que había escrito a los corintios con "mucha tribulación y angustia del corazón", y con la cual los había contristado (cap. 7: 8). Muchos eruditos piensan que en éstos y otros pasajes difícilmente Pablo pueda referirse a 1 Corintios, pues -así lo sostienen- esas afirmaciones no describen adecuadamente el espíritu y la naturaleza de esa epístola. Por lo tanto, argumentan que el apóstol debe haber escrito una carta entre las dos que aparecen en el NT. Algunos que opinan así consideran que esa carta se ha perdido, pero otros piensan que se ha conservado y que constituye los cap. 10-13 de 2 Corintios. Se pueden presentar razones verosímiles tanto a favor como en contra de esta teoría, pero en ambos casos falta una prueba objetiva. Por lo tanto, en este estudio aceptamos que 1 Corintios es la carta a la que Pablo se refiere en 2 Corintios.
Se cree que Pablo escribió esta segunda epístola mientras estaba en Macedonia (cf. cap. 2: 13; 7: 5; 8: 1; 9: 2, 4), aproximadamente en el año 57 d. C.
Parece que las cartas y las visitas de Pablo lograron, por lo menos transitoriamente, su propósito. Según Rom. 16: 23 es evidente que Pablo fue recibido y hospedado por uno de los miembros principales de la iglesia. Se corrobora también el cambio producido en la iglesia de Corinto por el hecho de que en las epístolas a los Gálatas y a los Romanos, escritas mientras el apóstol estaba en Corinto, Pablo demuestra haber salido del estado de ansiedad y afán por la iglesia corintia que afligía su alma en Troas (2 Cor. 2: 13; cf. cap. 7: 6, 13-14). También se completó con éxito la colecta hecha en Corinto para los santos de Jerusalén (Rom. 15: 26).
Después de esta segunda epístola y de la siguiente visita de Pablo, sólo aparecen referencias aisladas a la iglesia de Corinto. Sin embargo, la epístola a los corintios, escrita por Clemente Romano alrededor del año 95 d. C., revela que habían reaparecido por lo menos algunos de los antiguos males. Clemente alaba a la iglesia por su conducta ejemplar en muchos sentidos, pero también la reprende por sus luchas y espíritu divisionista. Esta es la última información que tenemos acerca de la iglesia de Corinto durante la era apostólica.