El autor se llama a sí mismo "Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo" (vers. 1). No hay, pues, razón para dudar de la identificación, aunque las palabras pueden interpretarse en más de una forma.
En el NT se mencionan varios Judas:
En el NT se mencionan varios Judas:
Judas Iscariote
"Judas Iscariote, el que le entregó" (Marcos 3: 19),
Judas "no el Iscariote"
"Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?" (Juan 14: 22),
Judas el galileo
"Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados" (Hechos 5: 37),
Judas de Damasco
"Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora" (Hechos 9: 11),
Judas, con el sobrenombre de Barsabás
"Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos" (Hechos 15: 22).
Judas el hermano de Jesús, al igual que Jacobo, José y Simón
"¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él" (Marcos 6: 3).
Generalmente se concuerda en que Jacobo, el hermano del Señor, es el Jacobo que presidió el concilio de Jerusalén (Hechos 12:17; 15:13) y que posiblemente más tarde escribió la Epístola de Santiago.
Por lo tanto, el autor de la epístola de Judas bien pudo haber sido el hermano de este Jacobo y, por lo mismo, hermano del Señor Jesús. Esta relación tendería a hacerlo prominente en la iglesia y le daría el grado de autoridad que se refleja en su epístola. El hecho de que no manifiesta explícitamente su relación familiar con el Señor, sino que se llama a sí mismo "siervo de Jesucristo" (Judas 1), podría explicarse como un acto de delicada discreción que demuestra que no aprovechaba para beneficio propio su relación con Jesús.