EL DIOS QUE YO CONOZCO

24.04. 1 TESALONICENSES - Tema

Esta epístola está iluminada por un radiante resplandor de amor intenso:

"Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección" (cap. 1: 2-4).

"Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos" (cap. 2: 7-8).

"Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros, por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe" (cap. 3: 6-7).

El apóstol estaba muy agradecido por el informe de Timoteo en cuanto a la fidelidad de los tesalonicenses y su tierna consideración por él; entonces se apresuró a alabarlos por sus nobles virtudes de fe, amor y esperanza. Sentía el vehemente deseo de visitarlos, pues, mientras estuvo con ellos, no había tenido suficiente tiempo para instruirlos plenamente en las verdades del Evangelio.

Timoteo también debe haber informado al apóstol acerca de ciertos problemas:

(1) Algunos tesalonicenses estaban apesadumbrados por sus seres amados que habían muerto desde que habían recibido el mensaje evangélico, pues temían que esos difuntos no pudieran tener parte en la gloriosa resurrección cuando volviera el Señor.

(2) Otros se habían fanatizado con el segundo advenimiento, sosteniendo que no debían trabajar sino esperar la venida del Señor en ociosa expectativa.

(3) Había quienes estaban volviendo al mundo, y se hallaban en peligro de sumirse en la inmoralidad.

(4) Otros se sentían inclinados a proceder por su cuenta y no deseaban reconocer a los legítimos dirigentes de la iglesia.
Necesitaban ayuda "los ociosos,... los de poco ánimo,... los débiles" (cap. 5: 14).

Si hubiese sido posible, el apóstol se hubiera apresurado para dar instrucciones personales a esos amados creyentes. Más de una vez trató de volver, pero Satanás lo "estorbó" (cap. 2: 18), y por eso tuvo que contentarse con escribir una carta a esa iglesia.

El tema de la epístola es la piedad práctica en vista del regreso de Cristo.

El glorioso advenimiento del Señor es la doctrina que más se destaca (cap. 1: 10; 2: 19; 3: 13; 4: 13-18; 5: 23).

Otras doctrinas mencionadas son:
(1) la muerte y la resurrección de Cristo (cap. 4: 14),
(2) la resurrección de los justos (vers. 13-16),
(3) las recompensas y los castigos futuros (cap. 4: 17; 5: 3),
(4) la existencia personal y la obra activa de Satanás (cap. 2: 18), y
(5) la doctrina de la redención, que incluye elección y santificación (cap. 1: 4; 4: 3-7).

24.03. 1 TESALONICENSES - Marco histórico

Tesalónica era una ciudad importante, capital de la segunda división de Macedonia. Estaba situada en el extremo norte del golfo Termaico, llamado ahora golfo de Salónica. Por esa ciudad pasaba la "Vía Ignaciana", que unía el Oriente con Roma. La situación geográfica favorable y el excelente puerto de Tesalónica se combinaban para hacer de ella un centro comercial de gran importancia. Quizá por esta razón allí vivía una gran colectividad judía y había una sinagoga (Hechos 17: 1). La ciudad, que ahora se denomina Salónica, es uno de los centros comerciales más importantes del nortede Grecia. Además, es de interés arqueológico, pues el arco triunfal bajo el cual pasaba la antigua Vía Egnatia aún se encuentra en pie como un recordativo de la gloria y del poder de la antigua Roma.

Pablo estuvo en Tesalónica por primera vez durante su segundo viaje, inmediatamente después de haber salido de Filipos (Hechos 16: 40; 17: 1). Como el método de evangelismo del apóstol era predicar primero en las ciudades importantes, y convertirlas después en centros para la propagación del Evangelio en los pueblos y aldeas circundantes, él y sus colaboradores fueron directamente desde Filipos a Tesalónica, sin detenerse para predicar en Anfípolis ni en Apolonia. Pablo sabía que primero debía ganarse la simpatía de los judíos de Tesalónica, y por eso fue a la sinagoga tres sábados sucesivos y presentó las grandes verdades del Evangelio a sus compatriotas. Los maltratos que acababa de sufrir en Filipos no lo habían amedrentado, y con el poder del Espíritu Santo presentaba las profecías mesiánicas del AT y mostraba su cumplimiento en Jesús. Algunos de los judíos creyeron, de "los griegos piadosos gran número" aceptaron su mensaje, y entre los creyentes de Tesalónica también había "mujeres nobles no pocas" (Hechos 17: 4).

Es probable que los misioneros hayan continuado su obra durante más tiempo que las tres semanas que aquí se mencionan, pues Pablo cuenta que trabajaba "de noche y de día" para sostenerse mientras predicaba el Evangelio (1 Tesalonicenses 2: 9), y en su carta a los filipenses se refiere a las dádivas que le enviaron mientras estaba en Tesalónica (Filipenses 4: 16).

El éxito del ministerio del apóstol no tardó en convertir la envidia de los judíos en un intenso odio que produjo luchas e hizo que Pablo tuviera que dejar la ciudad (Hechos 17: 5-10). Después de los primeros tres sábados que predicó en la sinagoga, parece que Pablo continuó su obra en la casa de Jasón (Hechos 17: 7). Tuvo éxito, según puede deducirse, especialmente entre los griegos, pues la iglesia de Tesalónica parece haber estado mayormente compuesta por gentiles.

La violencia de la turba instigada por los judíos obligó a las autoridades romanas a ocuparse de la predicación de Pablo; pero los magistrados no aceptaron la acusación de que el apóstol era culpable de traición por presentar la doctrina del futuro reino de Cristo.

Es evidente que Pablo y sus compañeros no fueron oficialmente expulsados de Tesalónica, ni que se les impidió volver a la ciudad, pues el apóstol creyó necesario explicar a la iglesia por qué no había regresado (cap. 2: 17-18), y también porque Timoteo regresó a esa ciudad (cap. 3: 2). Pero parece que los cristianos pensaron que era mejor que Pablo y sus compañeros salieran de la ciudad en ese momento.

De allí fueron a Berea, ciudad que estaba a unos 70 km al sudoeste. En Berea, Pablo predicó otra vez en la sinagoga, y tuvo un éxito mucho mayor entre esos judíos que amaban las Escrituras. Las noticias de esa nueva actividad del apóstol pronto llegaron a los judíos de Tesalónica, quienes se dispusieron a una acción inmediata. Se apresuraron a ir a Berea, y de nuevo instigaron a la turba contra los misioneros (Hechos 17: 10-13).

Los amigos de Pablo lo enviaron a Atenas, pero sus compañeros se quedaron en Macedonia. El apóstol anhelaba intensamente recibir la ayuda de ellos en Atenas, y allí los esperó (Hechos 17: 16). Parece que Timoteo se unió a él más tarde en Atenas, y Pablo entonces lo hizo regresar a Tesalónica para que animara a los nuevos creyentes y le trajera noticias de la situación de ellos (1 Tesalonicenses 3: 1-2, 6). Es probable que Silas se haya quedado en Macedonia, pues cuando Timoteo volvió a Grecia, Silas lo acompañó y ambos se unieron con Pablo en Corinto, adonde el apóstol había ido después de una corta permanencia en Atenas (Hechos 18: 1, 5).

Cuando Pablo recibió el informe de Timoteo, escribió su primera carta a los tesalonicenses. En algunos manuscritos que se remontan al siglo V se dice al fin de la epístola, que fue escrita en Atenas. Esta suposición quizá se basa en lo que se registra en 1 Tessalonicenses 3: 1-2; sin embargo, parece claro (cap. 3: 6) que 1 Tesalonicenses no fue escrita sino hasta después de que Timoteo regresó de Macedonia, y según Hechos 18: 1, 5 Pablo estaba entonces en Corinto. Por lo tanto, parece que lo más razonable es afirmar que 1 Tesalonicenses se escribió en Corinto.

Generalmente se ha considerado que esta epístola es la primera de las cartas de Pablo que se han conservado. Quizá fue, con la posible excepción de la Epístola de Santiago, el primer libro del NT que se escribió. Esto pudo haber sido en el año 51 d. C.

24.02. 1 TESALONICENSES - Autor

La epístola da a entender que proviene de Pablo, Silvano (Silas) y Timoteo (cap. 1: 1); sin embargo, básicamente es obra de Pablo (cap. 3: 1-2, 6-7; 5: 27).

Está incluida entre las cartas de Pablo en la lista más antigua de libros del NT: el Canon de Muratori (170 d. C.).

Los antiguos escritores eclesiásticos -Ireneo (c. 130-c. 202), Clemente de Alejandría (m. c. 220) y Tertuliano (c. 160-c. 240)- consideraban que Pablo era su autor.

La personalidad y el estilo del apóstol Pablo saturan toda la epístola, pues a través de ella se manifiestan el amor por sus conversos y la preocupación del apóstol por su bienestar espiritual. El énfasis que se pone en las grandes virtudes espirituales de la fe, el amor y la esperanza, es claramente paulino (cf. 1 Cor. 13: 13).

Los eruditos por lo general concuerdan en que Pablo fue el autor de la epístola.

24.01. 1 TESALONICENSES - Título

En los manuscritos griegos más antiguos el título de esta epístola es sencillamente ΠΡΟΣ ΘΕΣΣΑΛΟΝΙΚΕΙΣ Α΄ [PROS THESSALONIKEIS A] ("A [los] Tesalonicenses I").

El título más largo, "Primera Epístola del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses" (RVR), es un desarrollo posterior.