EL DIOS QUE YO CONOZCO

9.02. Las Sagradas Escrituras en la iglesia primitiva - II

Además del Antiguo Testamento, la iglesia primitiva poseía las "palabras del Señor" como recibidas de Jesús mismo o de los apóstoles que habían sido testigos oculares.

La iglesia consideraba las palabras y profecías de Jesús en el mismo nivel de inspiración que las afirmaciones del Antiguo Testamento.

Por eso Pablo podía citar el Pentateuco y unirlo con una declaración de Jesús:

1 Timoteo 5:18
"Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; (Deut. 25:4) y: Digno es el obrero de su salario" (Lucas 10:7).

Era sencillamente natural que cuando los apóstoles predicaban el Evangelio por todo el mundo, circularan oralmente muchas de las palabras del Señor y muchas reminiscencias en cuanto a él.

Un ejemplo de esto lo tenemos cuando Pablo, hablando a los ancianos de Efeso, usó un dicho de Jesús que no aparece en ninguna parte de los Evangelios:

"En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35).

Que la tradición oral acerca de las palabras de Jesús existía en el siglo II, queda demostrado por el relato de Eusebio (Historia eclesiástica iii. 39. 2-4) en cuanto al interés manifestado en ellas por Papías (primer tercio del siglo II).

Pero al mismo tiempo pueden verse en el más antiguo período cristiano ciertos pasos iniciales para la formación del canon del Nuevo Testamento.

En la primera generación de cristianos aparecieron registros escritos de la vida de Cristo. En el prólogo de su Evangelio (Lucas 1:1-4), Lucas testifica de que existían en su tiempo varias obras que describían la vida y las enseñanzas de Jesús, y prosigue asegurando a sus lectores que su narración es digna de fe.

Puede aceptarse que antes de terminar el siglo I la mayoría de las iglesias poseían el Evangelio escrito. Es evidente que los padres de la iglesia estaban familiarizados con estos escritos, pues los citan.

La palabra "Evangelio" - ευαγγελιον [euaggelion] aparece en el Nuevo Testamento sólo en número singular para designar las alegres nuevas de Jesús.

Justino Mártir (c. 150 d. C.) fue el primero que usó el plural "los Evangelios" τα ευαγγελια [ta euaggelia] para designar los relatos escritos de la vida de Jesús.

Poco a poco se comenzó a usar la frase "escrito está", que generalmente se utilizaba para citar el Antiguo Testamento, para referirse también a los dichos de Jesús.

La primera vez que se la usó fue en la Epístola de Bernabé (cap. 4), escrita antes de 150 d. C.

El cap. 14 de la así llamada Segunda Epístola de Clemente, de más o menos la misma fecha, habla de la enseñanza de los "Libros de los apóstoles" acerca de la iglesia, referencia que puede incluir los Evangelios y el Antiguo Testamento como los "Libros", y que ciertamente demuestra la categoría que habían alcanzado las epístolas en ese tiempo.