EL DIOS QUE YO CONOZCO

30.05. HEBREOS - Bosquejo

I. El puesto supremo y la suprema autoridad de Jesucristo, 1: 1 a 2: 18.

A. Su igualdad con el Padre, 1: 1-3.

B. Su superioridad sobre los ángeles, 1: 4-14.

C. La importancia de aceptar la salvación que proporciona Cristo, 2: 1-4.

D. El propósito de la encarnación de Cristo, 2: 5-18.
1. El elevado destino de la raza humana, 2: 5-8.
2. La posibilidad de la salvación debido a la encarnación, 2: 9-18


II. El "reposo" que queda para el pueblo de Dios, 3: 1 a 4: 16.

A. La fidelidad de Cristo, nuestro apóstol y sumo sacerdote, 3: 1-6.

B. El fracaso del antiguo Israel al no entrar en el "reposo" de Dios, 3: 7-19.
1. Una exhortación a la fidelidad nuestra, 3: 7-15.
2. lncredulidad: la causa del fracaso de Israel, 3: 16-19.

C. Una exhortación a entrar en el "reposo" de Dios mediante Cristo, 4: 1-16.
1. Prueba de que permanece la promesa del "reposo", 4: 1-11.
2. Una admonición a encontrar ese "reposo" en Cristo, 4: 12-16.

III. La suprema condición de Cristo como sumo sacerdote, 5: 1 a 8: 13.

A. Cristo constituido sumo sacerdote por el Padre, 5: 1-10.
1. La función de un sumo sacerdote, 5: 1-3.
2. La designación de Cristo, 5: 4-6.
3. La preparación de Cristo para servir como sumo sacerdote, 5: 7-10.

B. Exhortación a aceptar a Cristo como sumo sacerdote, 5: 11 a 6: 20.
1. La lentitud de muchos para comprender el papel de Cristo como sumo sacerdote, 5: 11-14.
2. La confianza del autor de que sus lectores crecerán en entendimiento, 6: 1-12.
3. La certeza de la esperanza cristiana, 6: 13-20.

C. Cristo como sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, 7: 1-28.
1. La elevada posición de Melquisedec, 7: 1-4.
2. El sacerdocio de Melquisedec anterior y superior al aarónico, 7: 5-11.
3. El sacerdocio aarónico reemplazado por el de Cristo, 7: 12-24.
4. La eficacia y permanencia del sacerdocio de Cristo, 7: 25-28.

D. Cristo como sumo sacerdote del santuario celestial, 8: 1-5.

E. El nuevo pacto, bajo el cual Cristo es el sumo sacerdote, 8: 6-13.


IV. El ministerio de Cristo como Sumo Sacerdote, 9: 1 a 10: 22.

A. Una descripción del santuario terrenal y sus servicios, 9: 1-7.

B. El significado simbólico del santuario terrenal, 9: 8-14.

C. Cristo como mediador del nuevo pacto, 9: 15-28.
1. Ratificación del antiguo pacto y dedicación de su santuario mediante sangre, 9: 15-22.
2. La sangre de Cristo da eficacia al nuevo pacto, 9: 23-28.

D. El sacrificio de Cristo superior al sacrificio de animales, 10: 1-22.
1. La ineficacia de sacrificios de animales, 10: 1-4.
2. La eficacia y permanencia del sacrificio de Cristo, 10: 5-18.
3. La exhortación a aceptar el ministerio sacerdotal de Cristo, 10: 19-22.

V. Una exhortación a la fidelidad y a la vida piadosa, 10: 23 a 13: 17.

A. En vista del día del juicio y de la venida de Cristo, 10: 23-39.

B. En vista del fiel ejemplo de ilustres personajes antiguos, 11: 1 a 12: 2.

C. A pesar de las pruebas y las persecuciones, 12: 3-13.

D. A pesar de las tentaciones, 12: 14-29.

E. Respecto a situaciones específicas de la vida diaria, 13: 1-17.

VI. Bendición apostólica y saludo personal, 13: 18-25.

30.04. HEBREOS - Tema

El libro de Hebreos consiste esencialmente de una comparación y un contraste entre los símbolos mediante los cuales Dios presentó el plan de salvación a su pueblo escogido en los días del AT, y la realidad del ministerio de Cristo en favor de los pecadores a la luz de la cruz.

Las experiencias del antiguo Israel bajo el sistema simbólico son presentadas como una lección y una advertencia para los cristianos. Mediante el sistema simbólico y las experiencias de Israel que vivió bajo ese sistema, Pablo procura desarrollar una comprensión y un aprecio más completos por el ministerio de Cristo en las moradas celestiales.

30.03. HEBREOS - Marco histórico

La cuestión que quizá produjo el resquebrajamiento más profundo en la iglesia apostólica fue, sin duda alguna, el tema de la ley ceremonial y su observancia por los cristianos. El concilio de Jerusalén había liberado a los cristianos de origen gentil de las obligaciones propias de esa ley, pero psicológicamente la gran comunidad cristiana de origen judío, de Palestina, no estaba preparada para participar de esa libertad. Esos cristianos pensaban, a no dudarlo, que porque eran judíos debían practicar esos ritos. No se daban cuenta de que para todos, sin excepción, los ritos ceremoniales habían encontrado su cumplimiento en Jesucristo. Esta situación hizo surgir una malsana tensión en la iglesia, ya que un amplio sector seguía un complicado sistema de vida religiosa ignorado por otro sector.

Pablo y quienes lo acompañaban, comprendían suficientemente bien los ritos mosaicos y las ceremonias para evaluarlos correctamente y darles su debido lugar en el plan de salvación. Pablo conocía la naturaleza transitoria de ese sistema y sabía que ya se había cumplido el período para su abrogación. La iglesia cristiana de origen judío, cuyo centro estaba en Jerusalén, parecía desconocer las calamidades que pronto sobrevendrían a esa ciudad. Los cristianos de origen judío aún guardaban las fiestas, seguían sacrificando como en años anteriores y continuaban en su celo por la ley ceremonial (ver Hechos 15). Tenían sólo un vago concepto de la obra de Cristo en el santuario celestial; sabían poco de su ministerio; no comprendían que sus sacrificios eran inútiles debido al gran sacrificio del Calvario. Esos millares de cristianos judaicos "todos... celosos por la ley" (Hechos 21:20), tendrían que enfrentarse a una crisis cuando fueran destruidos la ciudad y el templo. Esto evidentemente ocurrió sólo un corto tiempo después de que se escribió la Epístola a los Hebreos.

Había llegado el tiempo cuando los ojos de los cristianos de origen judío debían abrirse a las realidades celestiales. Cuando su templo fuera destruido, les sería necesario que su fe se basara en algo seguro y firme que no fallara. Si su atención pudiera fijarse en el Sumo Sacerdote celestial, en el santuario y en los sacrificios mejores que los de becerros y machos cabríos, no desfallecerían cuando desapareciera el santuario terrenal. Pero si no tenían esta esperanza, si carecían de una visión del santuario del cielo, se sentirían confundidos y perplejos cuando vieran la destrucción del templo en que tanto habían confiado. Era importante que los cristianos judíos entendieran estas cosas, no sólo por ellos mismos sino también para beneficio de las iglesias gentiles que estaban en las provincias, entre las cuales serían esparcidos los creyentes de Jerusalén durante la guerra con Roma que era inminente.

Se cree que en esa hora de crisis apareció el libro de Hebreos. Contenía precisamente la ayuda necesaria: luz acerca del tema del santuario, de Cristo como Sumo Sacerdote, de la sangre "que habla mejor que la de Abel" (cap. 12: 24); del reposo que queda para los hijos de Dios (cap. 4: 9); de la bendita esperanza que es "segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo" (cap. 6: 19).

30.02. HEBREOS - Autor

La paternidad literaria del libro a los Hebreos ha sido motivo de debates desde los primeros tiempos. Muchos atribuían el libro a Pablo, pero otros se oponían intensamente a esta opinión.

Orígenes, padre de la iglesia que escribió a comienzos del siglo III, concluía su examen del libro con esta declaración: "Quien la haya escrito es sólo conocido por Dios" (citado por Eusebio, Historia eclesiástica vi, 25, 14).

Otros padres pensaban que el autor pudo haber sido Bernabé, Apolos, Clemente o Lucas.

Esta incertidumbre en cuanto a la paternidad literaria de la Epístola a los Hebreos fue un factor importante en la renuencia de muchos antiguos cristianos del occidente del Imperio Romano para aceptarla como canónica. No fue aceptada en Occidente sino hasta la segunda mitad del siglo IV. En los siglos siguientes cesó la discusión sobre la paternidad literaria de Hebreos, y la mayoría de los cristianos la aceptó como obra de Pablo, opinión que fue apoyada en forma general hasta los tiempos modernos; entonces se agitó de nuevo la polémica, debatida especialmente por los eruditos.

No son pocos los que afirman que es un libro anónimo.

He aquí tres opiniones:
"... escrito anónimo, donde alienta el espíritu de San Pablo, uno de los documentos esenciales de la revelación del Nuevo Testamento" (BJ, 1975, Introducción de las Epístolas de San Pablo, p. 1608). "Que el autor de la Epístola a los Hebreos sea Pablo, no admite duda; es, con todo, cierto que a las órdenes del Apóstol, bajo su dirección y responsabilidad, colaboró un redactor cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros (BC, 1961, Epístola a los Hebreos, p. 1432). "Quedamos, pues, en que la epístola tiene por autor a Pablo, pero a otro, que no sabemos quien sea, por redactor" (NC, 1974, Epístola a los Hebreos, p. 1427).

Esta es la típica posición actual. Entre los posibles redactores de la Epístola a los Hebreos, el que más se menciona es Apolo (ver Hechos 18:24-28).

Las evidencias en contra del punto de vista de que Pablo escribió la Epístola a los Hebreos han sido extraídas mayormente de consideraciones en cuanto al estilo literario y el contenido del libro. Es posible que el vocabulario de un autor y su estilo varíen según el tema de que trate, pero esas variaciones serán principalmente en los términos técnicos, característicos de los diversos temas acerca de los cuales se escriba. Su vocabulario general y especialmente las palabras que escoja casi inconscientemente para expresarse -preposiciones, adverbios y especialmente los nexos conjuntivos-, son considerados por la mayoría de los eruditos como indicaciones mucho mejores de su estilo que su terminología técnica.

Cuando el libro de Hebreos se compara con las epístolas generalmente aceptadas de Pablo, es notablemente distinto, especialmente en las palabras comunes y en los enlaces sintácticos con que el autor une las oraciones y los razonamientos en la epístola.

Otra clara diferencia radica en el empleo de citas del AT. En las epístolas aceptadas comúnmente como paulinas, se emplea un grupo de frases más o menos estereotipadas para comenzar las citas del AT, mientras que en Hebreos se usa otro tipo. Las epístolas muestran que el apóstol también usaba con relativa libertad los pasajes del AT. Sus citas siguen con frecuencia la LXX, pero a veces presenta lo que evidentemente es su propia traducción del hebreo. Y en otras ocasiones se satisface con dar una cita aproximada o paráfrasis. Por contraste, las citas del AT que hay en Hebreos están tomadas casi textualmente de la LXX.

Apreciando el tema en su conjunto, el estilo literario general de Hebreos difiere notablemente del de cualquiera de las epístolas que llevan el nombre de Pablo. El estilo paulino en éstas tiene la marca inconfundible de vívidos y fervientes pasajes que revelan el torrente impetuoso de los pensamientos de lautor, quien no se preocupa por un estilo literario pulido. Pero Hebreos presenta un tema completamente organizado y mantiene un nivel retórico más elevado que el de cualquier otro libro del NT.

Esta marcada diferencia de estilo fue observada por los escritores a comienzos del cristianismo, para los cuales el griego koiné era su lengua materna.

Clemente de Alejandría (m. c. 215 d.C., citado por Eusebio en su Historia eclesiástica vi. 14. 2 y 3), sugiere que Pablo escribió Hebreos en hebreo y que Lucas lo tradujo al griego. Esta explicación queda excluida por el hecho de que Hebreos contiene una cantidad de juegos de palabras en griego, que no podían haber sido traducciones de otro idioma. Pero la afirmación de Clemente es significativa porque implica el reconocimiento de que el griego del libro de los Hebreos no parece ser el griego de los escritos de Pablo.

Orígenes (m. c. 254 d. C.), uno de los eruditos prominentes de la iglesia primitiva, también reconoció la dificultad de armonizar el estilo de Hebreos con el estilo de Pablo. Su solución era que "los pensamientos son los del Apóstol, pero la dicción y la fraseología son de otro cualquiera que recordó los dichos del Apóstol y escribió en sus momentos de ócio las cosas que habían sido dichas por su maestro" (citado por Eusebio, Historia eclesiástica vi. 25. 13).

Por medio del descubrimiento de los papiros bíblicos de Chester Beatty, del siglo III, se puso de manifiesto alguna probable evidencia en favor de la paternidad literaria paulina de la Epístola a los Hebreos. En el códice que contiene las epístolas paulinas, Hebreos se halla entre Romanos y 1 Corintios. Aunque este hecho no demuestra la paternidad literaria paulina de Hebreos, es un significativo indicio de que desde muy antiguo en la historia de la iglesia había quienes creían que Hebreos debía ser incluida como parte de los escritos de Pablo.

Aunque se han presentado sólidos argumentos contra la paternidad paulina de Hebreos, esas razones no son suficientes para neutralizar la creencia tradicional de que Pablo es el autor. Una gran parte de la diferencia de tono y estilo de Hebreos, en comparación con las epístolas paulinas conocidas, puede ser explicada razonablemente por el hecho de que esas otras epístolas fueron dirigidas a grupos de iglesias o a individuos para hacer frente a problemas particulares.

Aunque se reconoce que hay ciertas diferencias de estilo literario que no pueden ser explicadas con ese argumento, esas diferencias pueden ser razonablemente explicadas suponiendo que Pablo predicó ciertos sermones sobre el tema del ministerio sacerdotal de Cristo, los cuales fueron escritos. Como sucede a veces cuando se utiliza un sistema tal, la forma literaria final del ejemplar transcrito puede tener una marcada influencia del que hizo la transcripción. Es fácil comprender que Pablo no podría haber tenido la oportunidad de redactar esos sermones, pues viajaba incesantemente, y no pasó mucho tiempo antes que sus viajes terminaran con el martirio.

Se acepta generalmente que Hebreos fue escrito antes de la caída de Jerusalén. El número de dirigentes de la iglesia era muy reducido en los años anteriores al año 70 d. C. ¿Cuál de esos dirigentes podría haber expuesto un tema tan profundo como el que se presenta en el libro de Hebreos? La persona más posible es, sin duda alguna, Pablo.

Decir que el autor fue un cristiano desconocido de ese temprano período, sólo levanta un nuevo problema: ¿cómo es posible que un cristiano que poseyera el discernimiento teológico necesario y la capacidad lógica suficiente para producir una obra como Hebreos, pudiera haber quedado en el anonimato en un tiempo cuando los dirigentes cristianos eran tan pocos, pero tan completo el registro que se tenía de los mismos?

30.01. HEBREOS - Título

El título de este libro en los manuscritos griegos más antiguos es sencillamente ΠΡΟΣ ΕΒΡΑΙΟΥΣ [PROS HEBRAIOUS] ("A los hebreos").

Este título es particularmente apropiado, ya que el libro trata mayormente del significado del santuario y sus servicios, temas que sin duda deben haber sido de especial significado para los primitivos cristianos de origen hebreo o judío.

29.05. FILEMÓN - Bosquejo

I. Saludo, 1-3.

II. Elogio a Filemón, 4-7.

A. Su amor cristiano y fidelidad animaban a otros miembros de la iglesia, 4-6.
B. Complacencia de Pablo por el progreso espiritual de su converso, 7.

III. Exhortación para que Onésimo sea recibido con cordialidad, 8-20.

A. Súplica llena de tacto, 8-1 0.
B. Utilidad de Onésimo, 11-13.
C. Consideración mutua entre Pablo y Filemón, 14.
D. Alusión a la Providencia, 15-16.
E. Pablo como mediador eficaz, 17-19a
F. La doble deuda de Filemón, 19b-20.

IV. Conclusión y bendición de despedida, 21-25.

29.04. FILEMÓN - Tema

Esta pequeña joya de amor cristiano y de tacto es única en el canon de las Escrituras porque se trata de una carta personal que se refiere a un problema doméstico de esos días: la relación entre un amo cristiano y un esclavo fugitivo que se arrepintió.

No presenta ninguna doctrina ni ninguna exhortación específica para la iglesia en general; pero su inclusión en el canon de la Biblia se comprenderá bien estudiando la carta como también su relación con las otras epístolas paulinas.

Es el único fragmento que existe de lo que tuvo que haber sido una abundante correspondencia epistolar entre Pablo y algunos miembros de su grey.

En esta breve epístola se aplican varios principios del cristianismo a la vida diaria.

29.03. FILEMÓN - Marco histórico

La Epístola a Filemón es una carta personal que el apóstol Pablo escribió mientras estaba encarcelado en Roma, y la dirigió a un cristiano llamado Filemón, que vivía en Colosas.

En cuanto a la fecha de la escritura de esta epístola, ver 21.03. EFESIOS - Marco histórico. Fue enviada junto con la Epístola a los Colosenses por medio de Tíquico, amigo de Pablo, y fue escrita debido a una crisis de uno de los conversos de Pablo.

Onésimo, esclavo del cristiano Filemón, desconforme por su condición de siervo, había huido de su amo robando algún dinero u otros bienes (vers. 18). Llegó a Roma esperando, como lo hacían muchos esclavos, pasar inadvertido entre las grandes muchedumbres de esa ciudad. Y fue allí donde Onésimo se encontró con Pablo.

La necesidad quizá lo impulsó a buscar a los cristianos debido a la caridad deéstos, de la que sin duda había sido testigo con frecuencia en la casa de suamo. O quizá mientras estaba en Roma asimiló lo suficiente de las enseñanzas cristianas y su conciencia fue conmovida, y luego buscó a Pablo, quien antes pudo haber sido huésped de Filemón, para recibir conducción espiritual.

Cualquiera haya sido el motivo, Onésimo fue bien recibido y se sintió inspirado a ayudar con toda dedicación al anciano apóstol. Su conciencia y su voluntad lo prepararon para seguir la senda del deber y enmendar sus errores del pasado regresando a la casa de su antiguo amo.

Onésimo no esperó para ver cómo respondería su amo a la carta de Pablo, sino que viajó con Tíquico, el mensajero del apóstol. Nadie sabe cómo fue recibido, pero es difícil imaginar que Filemón, un seguidor de Cristo, no se conmoviera ante una súplica tan tierna.

El noble tono de la carta refleja la confianza del apóstol de que Filemón recibiría a Onésimo como a un "hermano amado" (vers. 16). Podemos suponer que la confianza de Pablo fue recompensada.

No se puede apreciar plenamente la Epístola a Filemón sin comprender bien el problema de los esclavos en el Imperio Romano en los días de Pablo. Los esclavos eran reconocidos como parte de la estructura social, y se los consideraba miembros de la casa de su dueño.

Se cree que entre los años 146 a.C. y 235 d. C. la proporción era de tres esclavos por cada ciudadano libre. Plinio afirma que en el tiempo de Augusto, un ciudadano llamado Cecilio tenía 4.116 esclavos (Enciclopedia Espasa, art. "Esclavitud").

Como había una proporción tan elevada de esclavos, la clase gobernante se sentía obligada a promulgar severas leyes para evitar fugas o revoluciones.

De acuerdo con la ley romana, el amo tenía poder absoluto sobre la vida de sus esclavos. El esclavo no podía tener ninguna propiedad. Todo lo que tenía, pertenecía a su amo, aunque a veces se le permitía acumular ciertas ganancias.

Los esclavos no podían casarse legalmente, sin embargo eran animados a que lo hicieran porque su descendencia aumentaba la riqueza del amo. El esclavo sabía que podía ser separado de su compañera e hijos, si así le placía a su amo.

Los esclavos no podían acudir a los magistrados civiles en busca de justicia, y no había un lugar donde un esclavo fugitivo pudiera encontrar asilo. No podía acusar a su amo de ningún crimen, excepto de alta traición, adulterio, incesto o la violación de las cosas sagradas.

Si un amo era acusado de un crimen, podía ofrecer a su esclavo para que, sometido a tortura, fuera interrogado en su lugar. El castigo por fugarse era con frecuencia la pena de muerte, a veces mediante la crucifixión o siendo arrojado a voraces peces llamados lampreas.

Algunos dueños de esclavos eran más considerados que otros, y había esclavos que demostraban gran afecto por sus amos. Ciertas tareas confiadas a los esclavos eran relativamente placenteras, y el cumplimiento de una cantidad de ellas exigía mucha inteligencia.

Maestros, médicos y aun filósofos con frecuencia fueron tomados como esclavos debido a victorias militares. Muchos esclavos dirigían negocios o fábricas, o administraban propiedades para sus amos.

Pero la institución de la esclavitud era una escuela de cobardía, adulación, improbidad, latrocinio, inmoralidad y otros defectos morales, pues el esclavo tenía que, por sobre todo, complacer los deseos de su amo, no importa cuán perversos fueran.

Los romanos no negaban a sus esclavos toda esperanza de libertad. La ley permitía en diferentes maneras su liberación. Lo más común era que el amo llevara a su esclavo ante un magistrado, en cuya presencia lo hacía dar media vuelta y pronunciaba las anheladas palabras: liber esto, "sé libre", y le daba un golpe con una vara.

Al esclavo también podía concedérsela la libertad de otras maneras: por ejemplo, entregándole un carta donde constaba que era libre, o haciendo que el esclavo fuera guardián de los hijos de su amo, o colocando sobre su cabeza el pileus o gorro de la libertad. Pero para que el esclavo quedara completamente libre de todas sus obligaciones con su amo, la libertad que se le concedía tenía que ser decretada por la ley.

En el Imperio Romano era posible que los libertos con el tiempo alcanzaran niveles de influencia y hasta de autoridad cívica; pero cuando morían sin dejar herederos, sus propiedades volvían a sus amos anteriores. Este fue, por ejemplo, el caso de Félix, procurador de Judea.

29.02. FILEMÓN - Autor

La epístola dice específicamente que Pablo fue su autor (vers. 1).

El hecho de que sólo trata de una circunstancia personal y que no refleja el propósito de promover alguna nueva enseñanza, es un buen indicio de que es genuina. Los eruditos virtualmente aceptan por unanimidad que esta breve epístola es en realidad paulina.

29.01. FILEMÓN - Título

Este libro es una carta personal, y por eso mismo es probable que originalmente no tuviera título.

Los manuscritos griegos más antiguos que se conservan dicen sencillamente ΠΡΟΣ ΦΙΛΗΜΟΝΑ [Pros Philêmona] ("A Filemón"), título que quizá fue agregado por un cristiano desconocido que juntó por primera vez las epístolas de Pablo y las hizo circular como una colección.

28.05. TITO - Bosquejo

I. Saludo, 1: 1-4.


II. Instrucciones para Tito, 1: 5 a 3: 3.

A. La ordenación de obispos, 1: 5-12.

B. Reproche de las actividades de los falsos maestros, 1: 13-16.

C. La sana doctrina produce un excelente carácter, 2 :1-15.

1. El correcto carácter de los ancianos, 2: 2.
2. El correcto carácter de las ancianas, 2: 3.
3. El correcto carácter de las jóvenes, 2: 4-5.
4. El correcto carácter de los jóvenes, 2: 6.
5. El correcto carácter de Tito como ministro evangélico, 2: 7-8.
6. El correcto carácter de los siervos cristianos, 2: 9-10.
7. El advenimiento de Jesucristo, un incentivo para la excelencia del carácter, 2: 11-15.

D. Responsabilidades cívicas del cristiano, 3:1-3.


III. La salvación, producto del amor divino, 3: 4-7.

A. Los cristianos son justificados por la misericordia de Dios, 3: 4-5.

B. Los cristianos son santificados por el poder del Espíritu Santo,3: 5-6.

C. Los cristianos son herederos de privilegios eternos, 3: 7.


IV. Debe manifestarse la superioridad del carácter cristiano, 3: 8-11.

A. Los cristianos deben destacarse por las buenas obras, 3: 8.

B. Los cristianos deben evitar las actividades inútiles, 3: 9-11.


V. Comentarios personales y bendición final, 3: 12-15.

28.04. TITO - Tema

Fuera del hecho de que Pablo había dejado a Tito en la isla de Creta (Tito 1: 5), no se pueden reconstruir las circunstancias exactas en que fue escrita esta epístola. Parece que Pablo había estado viajando en compañía de Zenas, Apolos, Artemas y Tíquico (cap. 3: 12-15).

Zenas y Apolos evidentemente estaban por comenzar un viaje que los haría pasar por Creta, y por eso Pablo les pidió que le llevaran esta epístola a Tito, quien debía reunirse con Pablo en Nicópolis durante el invierno. Se cree que la Epístola a Tito fue escrita entre el primer encarcelamiento de Pablo en Roma y el segundo, alrededor del año 65 d. C.

Según la epístola parece que había grupos de cristianos en varios lugares de Creta; sin embargo, la organización general de la iglesia era incompleta, y se estaban fomentando dificultades debido a los falsos maestros, que tal vez eran judíos semiconvertidos.

Esos falsos maestros ponían gran énfasis en los mitos, las genealogías y la ley. Se ocupaban de argumentos inútiles y malgastaban mucho tiempo y mucha energía, tanto de ellos como de otros miembros de iglesia. A Tito le correspondía arreglar esos asuntos, y Pablo le envió consejos y le infundió ánimo.

Pablo se ocupa en esta carta especialmente en dar consejos aTito para ayudarlo a encaminar a los recién convertidos cristianos de Creta por la senda de la verdadera fe y la debida conducta. Por esta razón la epístola es sumamente práctica.

Pablo da consejos en cuanto a una organización eclesiástica más cabal y completa, y aconseja a Tito en cuanto a las cualidades que deben tener los ancianos de la iglesia. Le recuerda la reputación que tenían los cretenses de ser mentirosos y haraganes, y parece indicar que los cristianos de Creta habían sido perturbados por legalistas judaicos.

Pablo destaca especialmente que el énfasis en la impureza ceremonial, con el tiempo, tiende a hacer que la conciencia se torne impura. Cuando la mente se halla absorta en detalles religiosos, con demasiada frecuencia las cuestiones verdaderamente importantes de moralidad e integridad son puestas a un lado y la religión se deteriora, convirtiéndose en pura forma y teoría.

El gran énfasis de Pablo consiste en que los cristianos cretenses debían ser sobrios, castos y plenamente correctos en toda su manera de vivir. Los esclavos -como sin duda muchos de ellos lo eran- debían ser obedientes y honrados. Cualquiera que fuera la posición social de una persona, su vida debía ser ejemplar.

Como conclusión de su carta, Pablo le recuerda a Tito, y mediante él a los cretences, que la bondad de Dios hacia el hombre no se gana mediante buenas obras, sino que es la dádiva de la misericordia divina por medio de Jesucristo.

Pablo conocía bien la herencia pagana de esos hermanos cretenses y la confusión mental producida por los maestros judaizantes; por eso pudo tratar específicamente sus problemas. Su consejo es claro, directo, preciso e incisivo.

28.03. TITO - Marco histórico

Esta epístola fue dirigida a Tito cuando como ministro atendía a los cristianos de Creta. Esta gran isla del Mediterráneo tiene unos 260 km. de largo y entre 10 y 57 km. de ancho. Su superficie total es de 8.618 km. cuadrados. La estrecha aunque fértil planicie de la costa en el lado norte se eleva rápidamente formando una cadena costera, detrás de la cual se levanta una cadena mas alta, y detrás de ella hay una tercera. La montaña más elevada de la isla es el monte Psiloriti (su altura es de 2.430 m). Este es el antiguo monte Ida, donde de acuerdo con una antigua leyenda griega nació el dios pagano Zeus.

Creta fue el centro de una civilización -la minoica- que rivalizó con las de Mesopotamia y Egipto. Se decía que el semilegendario rey Minos guardaba en un intrincado laberinto a un toro monstruo que devoraba a los jóvenes griegos cautivos. Este mito del Minotauro podría ser la explicación de las laberínticas ruinas del palacio minoico en Cnosos, y también de las figuras de jóvenes acróbatas saltando peligrosamente sobre toros apoyándose sobre los cuernos.

La Creta minoica tuvo una poderosa flota y un vasto imperio marítimo antes de 1.400 a. C., y una civilización altamente sofisticado (arte refinado y tres sistemas de escritura) cuyo centro estaba en Micenas, y que se extendió hasta el sur de Grecia. Su comercio con Egipto y Siria, conocido ahora por los artefactos que fabricaba, hizo de Creta una vía de comunicación entre el este y Europa. Los filisteos emigraron de Creta a Palestina (ver Los pueblos del mar).

Creta fue finalmente colonizada por los griegos y jugó un papel importante durante algunas de las épocas más gloriosas de la historia helenística.

En los primeros años del cristianismo los cretenses eran famosos por su deshonestidad y por no ser dignos de confianza (cf. Tito 1: 12).

Parece que la isla fue escondite de piratas en el siglo I a. C.; pero esos piratas fueron subyugados, y en el año 67 a. C. Creta fue conquistada por el Imperio Romano; sin embargo, los cretenses continuaron sirviendo como mercenarios en ejércitos extranjeros.

De Tito se sabe poco. Las referencias personales en la epístola son fragmentarias y no es mencionado en los Hechos. La primera alusión aparece en Gálatas 2: 1-3, donde Pablo dice que Tito fue con él desde Antioquía al concilio de Jerusalén. Como era un converso incircunciso procedente del paganismo, Tito se convirtió en un caso problemático debido a la polémica sobre la circuncisión de los gentiles.

Después de cierto tiempo representó a Pablo en Corinto (2 Corintios 8: 16-17; 12: 17-18), en donde tuvo éxito al ocuparse de las dificultades expuestas con tanta franqueza (2 Corintios 2; 7). También organizó colectas para los santos de Jerusalén (2 Corintios 8: 6- 10).

Pablo lo consideraba come un colaborador leal y un soldado de la cruz digno de confianza (2 Corintios 12: 18), y se refiere a él como a "hermano", "compañero y colaborador" (2 Corintios 2: 13; 8: 23). En esta epístola llama a Tito "verdadero hijo en la... fe" (cap. 1: 4).

En la última mención que se hace de Tito se dice que fue a Dalmacia (2 Timoteo 4: 10).

Eusebio, el historiador eclesiástico del siglo IV, se refiere a Tito como obispo de la isla de Creta (Eusebio, Historia eclesiástica iii. 4).

28.02. TITO - Autor

Como sucede con las otras epístolas pastorales, los eruditos modernos con frecuencia ponen en duda que Pablo fuera su autor (cap. 1: 1), objeción que nosotros no compartimos.

En cuanto a los problemas implicados ver 1 Timoteo - Autor.

La carta a Tito parece que fue escrita un poco después de 1 Timoteo, aunque su material es muy similar al de la primera carta a Timoteo. Hace referencia a la obra de Pablo en la isla de Creta, lo que podría haber acontecido también durante este último viaje misionero (Tito 1: 5). Sin embargo, cuando la carta fue escrita Pablo ya había dejado la isla, y quizá había ido a Grecia dejando a Tito a cargo de la obra en Creta.

Al referir a Tito su plan de pasar el invierno siguiente en Nicópolis, en la costa occidental de Grecia, pidió a su joven colaborador que se encontrara allí con él (cap. 3: 12).

Si se calcula un año para el viaje de Pablo en Asia Menor y Macedonia y algún tiempo para su obra en Creta y Grecia, la fecha de su carta a Tito podría ser alrededor del 65 d. C.

28.01. TITO - Título

En los manuscritos griegos más antiguos que se conocen, el título de esta epístola es sencillamente ΠΡΟΣ ΤΙΤΟΝ [PROS TITON] ("A Tito").

Como el texto autógrafo era una carta personal de Pablo, sin duda no tenía título.